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Adiós, Manu

22/01/2014

16:58

Escrito por: APM

Por Marisa Ciriza, vicepresidenta de la Asociación de la Prensa de Madrid. 

Hace quince días, aún comíamos con Manu unos amigos en su casa de Brihuega. No hablaba, pero miraba con atención. Al despedirnos, cuando le dijimos que nos alegraba compartir con él esas horas, hizo un gran esfuerzo y nos dijo: que sepáis que a mí también. Creo que éste fue un sentimiento expresado por Manu y dirigido a todos los que le han acompañado en estos últimos años, tan difíciles.

¿Qué le hubiera gustado hacer que no ha hecho?, le preguntó un periodista a Manu Leguineche. Contestó sin dudar: tocar el acordeón. Ahí está su estilo vasco, tan querido, tan atrapado en ese viejo instrumento popular que, como el propio Baroja escribe, “lleva como el olor del país en que uno ha nacido; recuerda el aire y la temperatura que se ha respirado; es todos los antepasados que se le presentan a uno de pronto”.

Veo a Manu así, en un continuo retorno hacia sí mismo, fiel a unos aires populares y marcado por una tierra de la que no ha querido desprenderse. Y ese modo de ser le ha venido muy bien al periodismo de Madrid. Lo ha liderado como quien toca una melodía que sabe muy propia, sin forzar el tono, sin apetecer exagerados reconocimientos que le hubieran privado de ser él mismo. Hoy, pasados más de treinta años, recuerdo cuando le conocí como director de la agencia de noticias Colpisa: rodeado de amigos y periodistas y alejado del poder. Ha recorrido el mundo como corresponsal; ha escrito numerosos libros, como bien sabemos; pero a Manu le define tanto lo que ha hecho como lo que no ha hecho: no ha dirigido ninguna televisión, no ha dirigido ningún gran periódico, a pesar de haber tenido todo tipo de propuestas; es decir, no se ha sometido a ningún poder político ni empresarial. Ha hecho su propio periodismo. Independiente, original, amplio, descaradamente personal. Y por eso gusta tanto, a tantos.

En cuanto a su carácter, tan huidizo a menudo, tan enrocado en sí mismo, ha protegido su talento de escritor. Pocos libros de periodistas de acción, de cronistas rápidos de la actualidad, son tan hondos como el que publicó en septiembre de 1999, La felicidad de la tierra. Parece que se hubiera preparado toda una vida de ir y venir por el mundo, para escribir este tratado sobre la vida sencilla. Sobre la emoción. Y sobre los sentimientos.

Sin duda, Manu Leguineche es la fuente periodística española más acreditada y creíble de nuestra visión inmediata del mundo en el siglo XX. De África a Europa, de Asia a América, a rebufo de los conflictos bélicos que señalan nuestro tiempo como un escenario continuo de inseguridad y de muerte. Leguineche ha sido un testigo de todo ello, empotrado en el brillantísimo grupo –la Tribu la llama él- de periodistas internacionales cuya experiencia profesional es una de las páginas más brillantes de la historia del periodismo.

Pienso que para este magisterio Manu contó con tres bazas a su favor: su sentido profundo de la independencia personal y profesional, su devoción por la verdad y una dosis más que notable de arrojo personal; todo ello envuelto en sencillez y espontaneidad.

 

Marisa Ciriza
Vicepresidenta de la Asociación de la Prensa de Madrid

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