Cresenciano Bundoquin fue asesinado a tiros por desconocidos armados frente a su casa en la ciudad de Calapan, en el centro de Filipinas, en la madrugada del 31 de mayo. Según la policía regional, dos hombres no identificados se acercaron al periodista en una motocicleta desde la que uno de ellos le disparó en el pecho. Bundoquin fue trasladado a un hospital de la zona en el que ingresó ya cadáver.
Pese a que la policía aún no ha identificado si el incidente estuvo relacionado con su trabajo periodístico, la víctima era conocida por su cobertura contundente de los problemas locales, incluidas las preocupaciones ambientales, los acontecimientos políticos y las apuestas ilegales. Según los informes, había recibido varias amenazas antes de su muerte.
Los periodistas rurales en Filipinas se enfrentan a menudo al acoso y la violencia. En 2022, tres de los cuatro reporteros asesinados en el país eran de zonas no urbanas.
Profesión peligrosa
Tras la muerte de Bundoquin, desde el Sindicato Nacional de Periodistas de Filipinas (NUJP) han señalado que “este último asesinato es un sombrío recordatorio de que el periodismo sigue siendo una profesión peligrosa en Filipinas.
Por su parte, el secretario general de la Federación Internacional de Periodistas (a la que pertenece la FAPE), Anthony Bellanger, ha declarado que “el atroz asesinato del periodista Cris Bundoquin a sangre fría representa una violación inaceptable de la libertad de prensa y la libertad de expresión. Los periodistas rurales y regionales en Filipinas deben poder informar de manera segura y sin enfrentar violencia, intimidación y amenazas desproporcionadas. La FIP condena enérgicamente el asesinato e insta a las autoridades a realizar una investigación inmediata y exhaustiva para llevar a los culpables ante la justicia”.
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