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Premio APM al Mejor Periodista del Año

Papeles de Panamá: las grandes investigaciones periodísticas funcionan mejor si se hacen en colaboración

14/06/2017

13:40

Escrito por: Xose Martín

La Asociación de la Prensa de Madrid ha reconocido a los profesionales españoles que participaron en la investigación de los papeles de Panamá con el Premio APM al Mejor Periodista del Año.

La Asociación de la Prensa de Madrid (APM) reconoce con el Premio APM al Mejor Periodista del Año 2016 a los 16 profesionales españoles que participaron en la investigación de los papeles de Panamá, considerada como uno de los mayores éxitos del periodismo internacional.

De pie, Jesús Escudero y Tomás Ocaña; sentados: Nacho Calle, Verónica Ramírez y Miguel Fiandor. Fotos: Pablo Vázquez / APM

El grupo formó parte del equipo coordinado por el Consorcio Internacional Periodistas de Investigación (ICIJ, por sus siglas en inglés), con sede en Washington. Con este galardón, la APM reconoce expresamente y valora el trabajo realizado por los profesionales españoles que, junto a sus compañeros internacionales, desvelaron el contenido de los papeles de Panamá, "un entramado de escándalos financieros y de todo tipo en los que estaban implicadas miles de empresas internacionales afincadas en un despacho de abogados en Panamá", según el fallo del jurado.

El grupo de periodistas españoles premiados son Mar Cabra, Marcos García Rey y Miguel Fiandor Gutiérrez, del ICIJ; Daniele Grasso, Jesús Escudero, Rafael Méndez y Carlos Hernanz, de El Confidencial; Joaquín Castellón, Nacho Calle, Verónica Ramírez, Nacho Bernaldo de Quirós y Álvaro Rivas, de La Sexta; Tomás Ocaña Urwitz, entonces en Univisión, y Álvaro Ortiz, Fernando Blat y Jorge Gómez Sancha, de Populate Tools. Acudieron a la entrevista cinco de ellos.

  • ¿Qué supone para ustedes recibir el Premio APM al Periodista del Año 2016?

Verónica Ramírez: En lo personal y en lo profesional es una gran alegría porque es un gran reconocimiento de una entidad tan importante como la Asociación de la Prensa de Madrid, pero tiene un significado más allá: es un reconocimiento al trabajo colaborativo, a un modo de trabajar, ya no de futuro, sino de presente.

Tomás Ocaña: Estoy de acuerdo. Lo más importante es que se premia al trabajo colaborativo. Al hecho de que los periodistas nos unamos en busca de un interés global y de hacer una mejor historia. Que este premio nos lo den a este grupo de periodistas es muy importante porque en España somos especialmente sensibles con colaborar, con compartir, o lo fuimos en el pasado. Antes había mucha tendencia a esta exclusiva es mía. En la parte personal, [significa] el reconocimiento aquí en casa. He tenido varios reconocimientos fuera y tener ahora uno compartido con gente tan buena es un orgullo.

Jesús Escudero: Desde el punto de vista personal, no tengo asumido ningún premio. Como han dicho Verónica y Tomás, ha ganado la investigación en su conjunto. También, es un reconocimiento al impacto que ha tenido, no solo en España con la dimisión del entonces ministro José Manuel Soria y con todo lo que se ha sabido, sino que ha permitido saber el uso de las sociedades pantalla. Ha permitido dar a conocer cómo se oculta el patrimonio de un personaje público.

Verónica Ramírez, de La Sexta. Foto: Pablo Vázquez / APM

  • ¿Consideran que esta forma de hacer periodismo va a imperar cada vez más en la profesión?

Nacho Calle: Lo importante es que el periodismo ha cambiado y está cambiando. La colaboración es el futuro. No hay duda. En el periodismo de investigación, el ICIJ ha realizado una gran labor para que los periodistas colaboremos a nivel internacional. Es decir, casi 400 periodistas en una sola investigación. No se trata de la primera investigación colaborativa que se ha hecho (Swiss Leaks, Chinaleaks, etc.), pero lo que asienta papeles de Panamá es una gran colaboración. Se ha asentado de cara al público que las grandes investigaciones periodísticas se hacen mejor y funcionan mejor si se hacen de manera colaborativa y no se busca esa competencia y la exclusiva es mía.

Lo que ha hecho papeles de Panamá es asentar algo que se estaba haciendo y ha demostrado que funciona. Por ejemplo, se ve en este premio de la asociación que ya no se lo da al periodista del año, sino que el periodista del año es un conjunto de periodistas multidisciplinar que han hecho un trabajo.

Miguel Fiandor: Desde mi punto de vista no periodístico, quizás más técnico, sí que cambia un poco el periodismo porque estas grandes publicaciones que están saliendo son cada vez más complejas y requieren de un gran equipo de personas. Tengo la sensación de que va por ahí el periodismo de investigación.

J. E.: También, la colaboración es consecuencia de la nueva época de filtraciones. Antes te filtraban un dosier abarcable con dos o tres periodistas de un mismo medio. En cambio, en estas nuevas filtraciones, desde WikiLeaks hasta ahora, ya no te filtran un documento, un informe o un dosier, sino que te llegan millones de documentos. En este caso eran tres terabytes. Aquí es vital la labor técnica y también requiere de la colaboración.

  • ¿Creen que este periodismo colaborativo puede ser un buen aliado para hacer frente a la precariedad que sufren los medios en la actualidad?

T. O.: En una época en la cual el poder aprendió que controlar los medios podía ser una forma de controlar la información, este tipo de uniones lo que hacen es decirle al poder que no y que los periodistas estamos por encima de eso. Ahora que no estoy en ningún medio, me puedo permitir decir que todos los medios están casados con uno u otro, o reciben presiones de un lado o de otro, y este tipo de colaboraciones y el saber que el periodismo está por encima permite que la verdad salga, que los periodistas ejerzamos nuestra función y que el poder no pueda controlar a los medios.

En la imagen, Verónica Ramírez y Tomás Ocaña. Foto: Pablo Vázquez / APM

J. E.: Si Miguel no me corrige, creo que en la plantilla del ICIJ son entre 20 y 25 periodistas, de los cuales la mitad conforman la unidad de datos, pero para esta investigación tuvieron a su disposición una redacción de casi 400 periodistas y sin pagar ni un euro. Las nóminas las pagaban nuestras empresas, pero tenían a su disposición periodistas del The Guardian, de la BBC, de Le Monde, del Süddeutsche Zeitung o de El Confidencial y de La Sexta. ¡Es un lujo! Esta colaboración te permite aprovechar las limitaciones de costes, de dinero, y extenderlo.

  • El jurado reconoce con este galardón una investigación realizada por profesionales de distintas empresas y de distintos países. ¿Cómo se articuló la investigación en el ICIJ?

M. F.: Hay una unidad de datos, integrada por periodistas y técnicos, en la que las periodistas Mar Cabra, Emilia Díaz-Struck y Cécile Schilis-Gallego se encargan de dar soporte a todos los medios que se adhieren a un proyecto, de estar en contacto y les enseñan y dan cabida en las plataformas que los técnicos vamos desarrollando.

  • Y desde el lado de los medios, ¿cómo fue la labor de coordinación e investigación entre todos?

V. R.: Seguimos un proceso. En primer lugar, se nos presentó el proyecto, se nos dió acceso a las plataformas, que han sido imprescindibles para la labor de investigación, y luego mucha comunicación entre nosotros para coordinarnos a la hora de buscar, para no duplicar trabajo. Éramos como un equipo, físicamente estábamos separados, pero en constante comunicación. Luego también nos coordinamos para la publicación.

Una sola persona tardaría 26 años en leerse todos los documentos de la base de datos de los papeles de Panamá

N. C.: En una primera fase, buscábamos historias en una gran base de datos. Esas historias se compartían en un gran foro que creó el ICIJ. Lo importante de esta investigación es que casi los 400 periodistas compartimos historias, nombres y, luego, en una segunda fase, ya El Confidencial y La Sexta nos dividimos las historias. Lo que hicimos fue unir fuerzas para conseguir grandes historias. Una clarísima fue la de José Manuel Soria, el entonces ministro que tuvo que dimitir. Fue una gran colaboración entre los dos medios. Estuvimos llamándonos constantemente en el momento de la publicación. Lo que hemos hecho con papeles de Panamá es integrar los dos medios y conseguir que la longitud de las historias o la profundidad que le pueda dar El Confidencial en un texto, se combinaba con su participación en televisión para que construyesen las historias también en la televisión.

Nacho Calle, durante la entrevista. A los lados, Tomás Ocaña y Miguel Fiandor. Foto: Pablo Vázquez / APM

  • Y en Univision, ¿cómo se abordó?

T. O.: Nosotros teníamos los dos equipos dentro, el digital y la televisión. Ambos equipos trabajábamos juntos dentro de la redacción. Sobre todo, colaborábamos con todos los demás porque nosotros estábamos cubriendo México y EE. UU. Trabajamos en buscar diferentes lenguajes para contar las historias en una plataforma y en otra, a un tipo de público y a otro.

  • ¿Qué papel juega la tecnología en este tipo de investigaciones?

M. F: Cuando te llegan 11,5 millones de documentos, no sé qué podría hacer una única persona y qué partido podría sacarle. Además, necesitas que esa persona sea multidisciplinar, que sepa tratar datos y no solo ser periodista. Incluso, dentro de la parte técnica hay distintos perfiles.

J. E.: Sin los programadores o sin la unidad de datos del ICIJ, la alternativa hubiese sido, o bien pasar el disco duro de redacción en redacción, haciendo un duplicado y trabajándolo “offline”, o comprarte no sé cuantas impresoras e imprimirlo durante dos o tres años. Es mucho menos operativo. Ellos han simplificado la labor y han permitido que la investigación de estos documentos, que datan desde hace 40 años, se pudiese hacer en 10 meses y no en 5 años.

N. C.: Hicimos el cálculo. Una sola persona tardaría 26 años en leerse todos los documentos de la base de datos. Además, si lo haces solo se te pueden pasar muchas cosas por alto. Sin embargo, si lo haces en grupo puedes obtener muchos más resultados. Al cien por cien que no hemos visto todo porque es una base de datos enorme y la parte técnica lo que hizo fue ahorrarnos una cantidad de tiempo ingente. Sin el reconocimiento de texto que hicieron ellos, sin esa sistematización y sin esa búsqueda en archivos, es una locura.

Miguel Fiandor, del ICIJ. Foto: Pablo Vázquez / APM

  • Imagino que durante esos diez meses que duró la investigación hubo días de fustración por no encontrar una historia o un nombre…

V. R.: Había días. Hemos pasado días de vacío y de sequía en los que te desesperabas un poco. En los que decías: no sé si lo estoy haciendo bien, si tengo que buscar de esta manera o de esta otra. También, tú mismo vas aprendiendo sobre el terreno. Por ejemplo, vas aprendiendo cómo funciona el sistema de los testaferros. No se trata solo de buscar nombres, sino direcciones, familiares, etc. Había días de vacío y desesperación.

N. C.: Hay que tener en cuenta que esa gran base de datos de 11 millones de documentos es el origen de las historias. Ahí, nosotros buscamos información y nombres y, luego, fuera había que buscar y darle contexto. La base de datos es una gran fuente de información. Te permite tener recursos para luego montarte la historia fuera.

La gran labor de papeles de Panamá es dar conocimiento a la sociedad sobre una realidad que existe

T. O.: En Univision, la mayoría de las mejores historias que hicimos provinieron del trabajo de campo. Tras la búsqueda en la base de datos, salir a la calle, por ejemplo en Panamá, ir a los lugares donde aparecían los testaferros, hablar con ellos… De ahí tenías mucha más información. Creo que es muy importante. Hemos hablado mucho de los datos porque, obviamente, es el punto de partida, pero detrás hay un gran recorrido periodístico y hay un trabajo de campo, llamadas y fuentes, exactamente igual que con otra historia.

  • ¿Fue la primera vez que alguno de ustedes se enfrentaba a una investigación de tal envergadura? Debe suponer una dificultad añadida.

V. R.: En un proyecto tan grande y colaborativo de este tipo, sí. Y, además, enfrentándonos a los paraísos fiscales, que es un tema complejo. La fiscalidad es un tema muy complejo del que hemos tenido que aprender muchísimo. No solo de la fiscalidad española, sino sobre documentos mercantiles y todos los documentos que íbamos encontrando e ir interiorizando el sistema de los paraísos fiscales, que era algo para lo que ha servido esta investigación. No era el primer proyecto, porque antes estaba la lista Falciani, Offshore leaks o Chinaleaks. Pero esto ha sido el gran tema que ha permitido que se ponga en la esfera pública. No sé si el público lo ha entendido bien, pero al menos lo habrán entendido un poco.

He aprendido que las presiones no llegan a los periodistas de base, sino a los directores y a los jefes

J. E.: A la hora de colaborar, hay que partir de la idea de que un periodista no es especialista en nada. Somos expertos en localizar información, pero no somos expertos en fiscalía ni en tributación ni en registros mercantiles, etc. Con lo cual, asumes que no sabes y eso te incita porque necesitas saber. ¿Cómo sabes? Leyendo mucha información y documentos al respecto y preguntando a expertos.

Jesús Escudero, de El Confidencial. Foto: Pablo Vázquez / APM

M. F.: Un valor añadido que generan estos equipos tan grandes de investigación y trabajar colaborativamente es que han generado un conocimiento de esta temática enorme. No es solo lo que uno va aprendiendo, sino lo que se va generando y compartiendo.

N. C.: Además, la gran labor social que ha hecho papeles de Panamá es dar conocimiento a la sociedad sobre una realidad que existe. Ninguno de los que estamos aquí hemos hablado de que sea ilegal. Es algo que siempre dejamos claro. Puede ser ilegal, pero no decimos que sea ilegal tener una sociedad offshore. Simplemente estamos explicando una realidad y que la gente sepa que ocurre esto, que es una realidad y que, ahora, la sociedad tiene que decidir si hay que legislar sobre ello y si hay que cambiar las cosas. Nosotros lo que hemos hecho es eso: fijarnos en cómo está legislado y en cómo se hacen las cosas es este país y en el resto del mundo.

  • Esta investigación ha desvelado un entramado de escándalos financieros y de todo tipo en los que estaban implicadas miles de empresas internacionales. ¿Recibieron algún tipo de presión, amenaza o ciberataque?

M. F.: Yo no, ni conozco las de compañeros. El tema de ataques es también ambiguo. No ha habido grandes perjuicios. Siempre habrá alguien que haya intentado algo y, por suerte, no hemos tenido ninguna desgracia de que hayan podido entrar en los datos o eliminar. Hasta el momento, no ha ocurrido nada, hemos puesto todas las barreras que hemos podido y hemos pasado los momentos más complicados.

J. E.: Después de esta investigación, he aprendido que las presiones no llegan a los periodistas ni a los reporteros de base, sino a los directores y a los jefes. Luego ya son ellos los que ceden o no. Parto de la base de que a nuestro director, Nacho Cardero, le han llegado bastantes. Lo sabemos, pero a nosotros muy poco o casi nada. Tenemos la suerte de que con Cardero, mientras esté bien trabajada la información y esté sostenida sobre evidencias físicas o sobre documentos, no hay problema.

N. C.: Personalmente, no tuve ningún problema, pero es verdad que nuestro compañero, Joaquín Castellón sí que, en una de las conversaciones por teléfono, le dijeron: Sabéis que si publicáis esto os vamos a demandar. Creo que ese juego de presiones funciona muy bien. Es decir, qué herramienta tengo: te demando con una demanda. Nosotros, lo bueno que hemos tenido es que cuando informamos a la cadena de lo que teníamos entre manos, tuvimos la suerte de que nuestro director, García Ferreras, dijo: Salga quien salga se publica. Esa parte te da mucha tranquilidad para saber que lleves el nombre que lleves no va a haber ningún problema de publicación. Es importante, porque hay que entender que por mucho que nuestros directores hubieran querido hacer cualquier tipo de parapeto de la información por, imaginemos, algún interés económico, al ser una bases de datos compartida con casi 400 periodistas, ese nombre estará y algún día saldrá y alguien lo verá.

No existió censura ni por parte de El Confidencial ni de La Sexta, pero tampoco de ningún medio porque la base de datos es pública y está compartida con muchísimos periodistas.

En la entrevista, de izq. a dcha.: Escudero, Ramírez, Ocaña, Calle y Fiandor. Foto: Pablo Vázquez / APM

  • ¿Informar sobre estas empresas o personas os supuso algún tipo de consecuencia profesional negativa?

N. C.: La Sexta ha publicado el nombre de un consejero delegado de La Razón, también ahora en la operación Lezo.

J. E.: En Venezuela sí hubo despidos y en Rusia se están jugando mucho el pellejo. La única acción legal ha sido la de Juan Luis Cebrián contra El Confidencial por doble vía, por lo civil y por lo mercantil.

V. R.: Posiblemente, la mayor presión sea esa demanda a posteriori…

J. E.: Sí, porque la amenaza de demanda [que recibió Joaquín Castellón] al final no se materializó.

N. C.: Sí, tuvo que reconocer que era verdad. La mayoría de los afectados reconocen las historias, aunque en privado siempre negaron, sobre todo los primeros. Pilar de Borbón es un claro ejemplo. Al principio negó tener nada que ver y, luego, ya dijo: La tuvimos porque el terrorismo en España… Hay excusas muy buenas. Cada vez son mejores. También está la de lo declaré y lo regularicé, pero no lo demuestro. Es cierto que España es un caso excepcional dentro de papeles de Panamá porque, si no me equivoco, somos el país que más nombres ha publicado y que más tiempo ha estado publicando. Se da esa circunstancia extraña de que somos el único país en el que un medio de comunicación está siendo denunciado por otro medio de comunicación porque recordemos que la demanda no es personal de Juan Luis Cebrián, sino que es una demanda del Grupo Prisa contra El Confidencial. Esas cosas hacen que el caso español sea bastante extraño.

  • La investigación de los papeles de Panamá es considerada  como uno de los mayores éxitos del periodismo internacional. ¿Qué significa este tipo de investigaciones en un contexto de crisis del sector?

V. R.: Desde que empecé en esto siempre he escuchado crisis del periodismo. Todo muy catastrofista y, sin embargo, creo que esto es un signo de muy buena salud y lo tenemos que defender a muerte porque ha sido un trabajo que ha seguido una metodología completamente rigurosa, se ha contrastado la información y ha seguido lo que tiene que hacer el periodismo.

España tiene muy buenos y grandes periodistas y, quizás, no son los que más fama tienen

Cinco miembros del equipo español que participaron en la investigación de los papeles de Panamá. Foto: Pablo Vázquez / APM

J. E.: En todas las crisis surgen oportunidades. Es cierto que ha cambiado el paradigma pero la tecnología nos ha permitido ahorrarnos tiempo, costes y poner a disposición de los periodistas una base de datos de 11 millones de documentos. También ha demostrado que en este cambio de paradigma de la profesión en España hay ramas de especialización que están siendo muy en boga, como es el periodismo de datos. Es más, estas crisis permiten ir incorporando nuevos perfiles. En las redacciones ya no solo trabajan los periodistas, también trabajamos los diseñadores, estadísticos, sociólogos y programadores. Sin desarrolladores y programadores como Miguel es imposible. Estamos en internet y un periódico debe ser una empresa tecnológica en ese sentido. El ejemplo más claro es The Washington Post, con Jeff Bezos.

Con lo cual, depende de cómo se vea. Para los nostálgicos del periodismo tradicional es el fin del mundo, y para los que nos gusta ver cosas positivas y la modernidad, pues es la puerta a un nuevo escenario periodístico, solo que hay que saber adaptarse.

V. R.: Esta forma de trabajar permite que medios que son pequeños y que no tienen recursos, ni los tendrían jamás, puedan sumarse a este tipo de proyectos.

  • La buena salud del periodismo, que comentan, choca con la baja aprobación que tiene la sociedad de los periodistas.

N. C.: España tiene muy buenos y grandes periodistas y, quizás, no son los que más fama tienen. Hay muy buenos periodistas de investigación y hay muy buenos periodistas que escriben cada día en sus periódicos o que hacen sus reportajes en televisión y lo hacen con un rigor increíble. Creo que es verdad que tenemos un problema de credibilidad social, pero tenemos un muy buen periodismo en España. Hay errores, hay compañeros que pueden hacer cosas que nos entran dudas de que sea periodismo pero hay una gran labor de periodismo y si alguien en este país quiere leer, ver y oír buen periodismo se puede. Lo que hay que conseguir es trabajar cada vez más en la credibilidad y que la gente vea que lo más importante de todo es que haya transparencia porque cuando hay transparencia si la historia es falsa, se desmonta. Y si no es falsa, asume las consecuencias de lo que hiciste.

V. R.: Creo que está cambiando. No sé si mi percepción está un poco desviada porque obviamente es subjetiva, pero los trabajos de los últimos años están sirviendo para que la gente vea que se está haciendo buen periodismo y que está percepción, probablemente, gane puestos en la posición de mejor valorados.

La credibilidad es no publicar nada que no tengas documentado

M. F.: Desde un punto de vista más de fuera, tengo muy buena impresión. Bueno, más que impresión, sorpresa del nivel de adicción de los compañeros al trabajo porque están hiperconectados constantemente, hasta un punto que yo no estaba acostumbrado y casi me saturaba. Pero por el nivel de implicación con el trabajo. La mala imagen que comentáis yo casi no la percibo. Yo diría también que es casi deporte nacional el ningunear gremios, no es exclusivo del periodismo. A raíz de este proyecto, diría que todos los comentarios que me han llegado son elogios.

  • ¿Qué papel debe tener el periodista para trabajar esa credibilidad y transparencia?

N. C.: La credibilidad es no publicar nada que no tengas documentado, es decir, que no sepas exactamente lo que ha pasado. Ser muy transparentes. Nosotros tratamos de ser muy transparentes. Si tenemos el documento lo mostramos y si tenemos la fuente, de dónde viene la información, la decimos. No somos especialmente usuarios del según fuentes de, normalmente nombramos a la persona que lo dice. Todo eso crea credibilidad. El ser transparente da mucha credibilidad al periodista.

Es cierto que hay fuentes que no se pueden revelar. De hecho papeles de Panamá comienza con John Doe, que no sabemos quién es y, por supuesto, que se protegen las fuentes, pero sí que las historias que se montan sean con la mayor transparencia posible.

Tienes que darle al usuario la capacidad de que vea que lo que estás contando es cierto. Ahí es cuando trabajas la credibilidad. Y sí me he equivocado, lo importante es rectificar.

V. R.: En eso ayuda mucho la tecnología. Puedes enlazar al documento o a tu base de datos y el usuario puede comprobar lo que estás diciendo. Esto forma parte con mejorar la salud del periodismo.

Cinco miembros del equipo español que participaron en los papeles de Panamá, durante la entrevista. Foto: Pablo Vázquez / APM

  • En un contexto en el que para el ciudadano parece importar poco la realidad y abundan las fake news, ¿los medios deben sumarse a la labor de fack-checking?

J. E.: El problema de desmontar bulos es que te estás fijando en bulos y, a lo mejor, le estás dando más importancia de la que tiene. El ejemplo más claro es Mediterraneodigital.com. Todas las noticias de este medio se desmontan y todo el mundo sabe que es un portal bastante sesgado y sensacionalista. La mejor forma es publicar investigaciones profundas, de interés público, para eclipsar cualquier mentira. Más que desmontar mentiras de los medios, hay que vigilar a los políticos y ver qué dicen y, sobre todo, qué hacen. Al final, muchas veces nos estamos fijando más en lo que dicen que en lo que hacen.

N. C.: Difiero un poco de eso. Es cierto que hay un problema y creo que es muy importante esa labor de desmentir los bulos, no por el hecho de dar o no importancia al bulo, sino porque hay un problema de viralización de esas noticias. Lo que buscan proyectos como Maldito Bulo es que se viralice el desmentido porque lo que hay que intentar es que la gente cuando lea Mediaterraeodigital.com sepa que lo que está leyendo es mentira. Entonces, a través de la viralización del desmentido, crear una comunidad, que se sepa que es falso y se frene cuanto antes. Se juega mucho con la ideología, con el miedo, se busca mucho el rédito económico con el clic y eso hay que pararlo. Hay que pararlo porque puedes crear una alarma social innecesaria y no creo que sea una cosa con la que haya que jugar. Lo que se trata es de crear una comunidad y que se viralice los desmentidos.

V. R.: Lamentablemente, son labores muy necesarias, tanto frenar la viralización de noticias falsas como controlar bien las mentiras de los políticos o del sector público.

  • Pero, ¿debe tener esa responsabilidad el periodista?

V. R.: En tanto que nuestra materia prima es la información, pues tenemos una responsabilidad ahí. No sé si toda.

N. C.: Creo que hay una responsabilidad en esa credibilidad que tenemos los periodistas. Las redes sociales juegan un papel muy importante porque lo que compartimos en redes sociales, tienes que tener claro que tiene que ser lo más verídico posible. Esa es la parte más de responsabilidad directa. Luego, desmentir a otro medio que ha dicho una cosa que es falsa, si tienes el documento creo que no es labor del periodista ir en contra de otro medio. Prefiero iniciativas como Maldito Bulo, en la que colaboro, que se encargan de crear una comunidad de usuarios para que entre ellos se propague el desmentido y que sea el propio usuario el que frene esas noticias falsas.

  • Para concluir, ¿creen que está asegurada la seguridad de las fuentes o filtraciones? ¿Considen que es necesaria una mayor protección para personas que filtran o denuncian estos casos?

J. E.: No creo que se proteja bien. En España se ha visto como los que han delatado el caso Gürtel, o en la trama de Acuamed, están apartados, desterrados y ninguneados por la sociedad política. Hay represalias contra los que se atreven a denunciar algo.

Aquí hay una normativa que ha propuesto Ciudadanos con la que se quiere cambiar la regulación para permitir denuncias del sector público, pero adolece porque, por ejemplo, las denuncias no serían anónimas. No creo que aquí se estén protegiendo bien las fuentes desde los sectores políticos. Desde el punto de vista periodístico, sí, e incluso, muchas veces se está protegiendo más de la cuenta porque se abusa mucho de las fuentes anónimas. En EE. UU., por ejemplo, cuando se trata de una opinión personal, no hay fuente anónima que valga. Otra cosa es quien te da la información. Ahí sí creo que las fuentes tienen que ser anónimas.

N. C.: Hay legislación europea que está muy evolucionada en el tema de protección de fuentes y, por lo tanto, el marco en el que nos tenemos que basar, que es el europeo, establece que si hay una ley dentro de los países miembros, tú puedes adaptarlo a tu país con una directiva. Por lo tanto, no es un trabajo solo nacional y español, sino que tiene que ir más a nivel global y crear una protección seria de las fuentes en todo el continente porque falta mucho para que la gente se atreva a denunciar y el caso que ha puesto Jesús antes es clarísimo. Una interventora de una corporación municipal está en la calle porque denunció en su momento y eso no puede pasar. Es una interventora. Su trabajo es ese.

V. R.: Un síntoma de que a escala internacional tampoco se protegen a las fuentes es que el propio “John Doe”, es decir, la filtración de los papeles de Panamá llegó de manera anónima.

J. E.: La protección de las fuentes debe ser mucho más rígida para permitir aflorar estos casos anómalos que permitan a los periodistas auditar el sector público y mejorarlo.

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