Manuel Aznar fue sustituido, en 1961, por Pedro Gómez Aparicio, exdirector de los periódicos de la Editorial Católica "Ideal", de Granada, y el "Ideal Gallego", de La Coruña, y exdirector de la Agencia Efe, que en aquellos momentos dirigía la "Hoja del Lunes" madrileña.
Gómez Aparicio colaboró estrechamente con el Gobierno de la dictadura en la redacción del primer estatuto del periodista en 1964 y, en 1966, en la elaboración de la Ley de Prensa, que iba a sustituir a la que se había aprobado en plena guerra, en 1938, e iba a poner fin a la censura previa que el Gobierno había ejercido desde el final de la contienda.
La nueva Ley de Prensa fue, sin duda, una corriente de aire fresco que algunos periodistas vieron como una señal de que se aproximaba la democratización informativa que llevaban tanto tiempo esperando, y en medio de ese estado de esperanza, Lucio del Álamo decidió presentarse, de nuevo, como candidato a presidente de la Asociación, en las elecciones de 1967.
Del Álamo resultó elegido, y durante su segundo mandato presidencial, que va a durar hasta comienzos de 1979, va a crear en 1974 el segundo premio periodístico de la APM, el Víctor de la Serna, en memoria del magnífico periodista, considerado como una de las mejores plumas periodísticas del siglo XX, que durante meses, siendo vicepresidente primero de la entidad, había ejercido como presidente en funciones de la Asociación (en el día de hoy, este premio, también anual como el Santamaría, se concede al periodista más destacado del año).
En estos años, Del Álamo, como presidente de los periodistas madrileños, tuvo que buscar ayudas para los cientos de publicaciones y compañeros que, confiados en la supuesta apertura informativa del Gobierno, fueron objeto de expedientes y sanciones por parte del Ejecutivo; tuvo que mediar en el cierre definitivo de un diario tan emblemático como el vespertino "Madrid" (1971) y no pudo impedir la primera huelga de periodistas desde la Guerra Civil, en defensa del secreto profesional, en 1976.