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RE-MEDIOS | David Jiménez: ‘Una de las grandes estafas en este país ha sido la usurpación de los medios públicos por los políticos’

07/11/2013

14:52

Escrito por: Sergio J. Valera

Corresponsal de El Mundo en Asia desde hace 15 años, los reportajes y crónicas de David Jiménez (Barcelona, 1971) también han sido publicados en medios como la CNN, el Servicio Mundial de la BBC, The Guardian, Esquire y el Corriere della Sera. Además, mantiene un blog en el que con frecuencia aborda, desde la pasión por la profesión y su experiencia y buen criterio, la problemática del sector periodístico. Estos días está en Madrid para presentar su nuevo libro, El lugar más feliz del mundo (Editorial Kailas), un homenaje al reporterismo en profundidad y de calidad porque “está bajo amenaza”.
Jiménez (@DavidJimenezTW) considera que el principal problema de los medios españoles es la falta de independencia, que ha derivado en una crisis de credibilidad. El primer paso para superarla: reconocer que existe una crisis de contenidos. Teme que a los medios escritos les suceda como a la televisión: “De tanto obsesionarse por la audiencia fue bajando el nivel, degradándose y cayendo en la basura”. En su opinión, los únicos medios que sobrevivirán serán los que apuesten por el periodismo de máxima calidad. “Hay que darle al periodista el tiempo, la seguridad financiera y los medios suficientes para poder buscar historias buenas, únicas, diferenciadas, profundas y relevantes, que aporten valor al medio”, concluyó.

- ¿Cuáles son las principales deficiencias que deben erradicar los medios españoles para superar la crisis del sector?

La principal deficiencia es no reconocer que hay una crisis de contenidos. En los debates de los periódicos, que es lo que más conozco, siempre se habla de la crisis económica, publicidad, soportes, cambio de modelo, pero es casi imposible escuchar a responsables de periódicos que hablen de crisis de contenidos. Hay que preguntarse si le estamos ofreciendo al lector algo por lo que esté dispuesto a ir al quiosco y pagar. Los lectores están fatigados de lo que les ofrecemos. El primer paso es reconocerlo para debatir abiertamente en las redacciones sobre qué se puede hacer para mejorar el contenido.

- ¿Desde cuándo existe esa crisis de contenidos?
Durante la época del boom de la prensa, desde la Transición hasta el comienzo de la crisis, entraba tal cantidad de publicidad que daba igual lo que pusieras en el periódico. Lo que funcionaba era el contenido clásico con un esfuerzo muy grande por atraer al lector con promociones y no tanto por atraerle con periodismo, que se descuidó muchas veces. Llegaron los malos tiempos y se culpa de ellos a la crisis. No. La crisis de contenidos ya existía. Ya había mucha gente fatigada. Si se mira la circulación de los periódicos, en muchos casos dependía de las promociones.

David Jiménez, durante la entrevista. Foto: Pablo Vázquez / APM - ¿En qué condiciones tienen que trabajar actualmente los corresponsales?
Yo soy un privilegiado. Mucha gente se sorprende cuando escribo en el blog artículos denunciando la precariedad de los periodistas. La gente puede pensar que yo estoy en esa situación. Al revés. Precisamente, al no estarlo, creo que tengo una mayor posibilidad de denunciarlo. En mi caso, no tengo absolutamente ninguna queja. Como el de todos, mi sueldo se ha rebajado, pero tengo unas condiciones que considero dignas. El periódico no solo me ha pagado bien, sino que me ha dado todos los medios para hacer el periodismo que yo creía que tenía que hacer. En 15 años, nunca jamás me han dicho que no haga un viaje porque no había dinero. Pero este es un caso muy excepcional.

La realidad es que en la mayor parte de los periódicos están sustituyendo los corresponsales de plantilla por colaboradores y están transformando al corresponsal en un profesional de bajo coste. No tengo nada en contra del periodismo freelance. Al contrario. Creo que es muy necesario y que para la cobertura internacional es fundamental. Pero no puedes sustituir a un corresponsal por un colaborador al que le pagas por crónica 30, 40 o 50 euros.

- ¿Qué consecuencias puede tener el denominado periodismo low cost?
El buen periodismo cuesta dinero. Hay que darle al periodista el tiempo, la seguridad financiera y los medios suficientes para poder buscar historias buenas, únicas, diferenciadas, profundas y relevantes, que aporten valor al medio. Y esto nadie te lo va a ofrecer por 30 euros. La consecuencia es que la calidad se resiente. El periodismo de bajo coste produce calidad baja, y esto es impepinable. Hoy en día, te encuentras en la prensa historias de una calidad que jamás habría pasado el corte hace 10 o 15 años. En parte, ello se debe a la precariedad. Ni el periodista con mayor talento del mundo puede hacer 50 crónicas buenas al mes, pero tiene que hacerlo para llegar a fin de mes.

Y pretender, como pretenden algunos medios, que la audiencia no note la diferencia es ridículo. El lector no es idiota, y sabe que una crónica hecha de retazos de noticias de internet y desde casa no tiene el mismo valor que un reportaje bien trabajado.

- Muy comentado fue su artículo “Putas y periodistas”. #Gratisnotrabajo, por supuesto. ¿Qué le diría a los que ofertan trabajos periodísticos no remunerados o a bajo coste? ¿Y a los que los aceptan?
Aquí el papel fundamental lo tienen los que los aceptan. Por iniciativa propia, las empresas jamás van a valorar más ese trabajo. Solo en el momento en el que no encuentren a nadie dispuesto a hacer ese trabajo por ese precio se verán obligados a pagar más. Lo que hace muchísimo daño al periodismo, y sobre todo al periodismo freelance, son los redactores, fotógrafos y cámaras que aceptan condiciones indignas. Entiendo que uno tenga aspiraciones profesionales, pero estás haciendo mucho daño a otros compañeros que tratan de vivir del oficio. Como comenté en aquel artículo, estoy absolutamente en contra de cualquiera que trabaje gratis.

Urge fijar unas reglas y unos mínimos, y que ningún freelance acepte nada por debajo de esas condiciones. Una especie de baremo según el cual se estipulen unas tarifas mínimas que se deben cobrar en zonas de conflicto. Aunque sé que es muy difícil conseguirlo.

- En el caso del reporterismo en zonas de conflicto, las bajas tarifas conllevan “un desprecio por la vida del que se la juega en paupérrimas condiciones”, según afirmó la reportera de guerra Mayte Carrasco en Cuadernos de Periodistas.
Eso es así. Y ocurre mucho con los periodistas jóvenes que quieren hacerse un nombre, dado que siempre hay medios que aprovechan esa ambición legítima del reportero. En algunos casos, se pagan miserias. Pagan por una crónica en un lugar como Siria lo que costaría una cena normal.

A mí me parece una indignidad. Cuando alguien se está jugando la vida por dar voz a gente que está en medio de un conflicto, pagar 30, 40 o 50 euros me parece indigno e inmoral. Aparte del riesgo que eso supone para la vida del reportero, ya que muchas veces trabajan sin seguro de ningún tipo ni chaleco antibalas y se quedan en hoteles muy inseguros que están en zonas más peligrosas porque son baratos.

Jiménez, con su nuevo libro. Foto: Pablo Vázquez / APM - Siempre que le han preguntado por ello ha dicho que su nuevo libro, El lugar más feliz del mundo, es un homenaje al reporterismo. ¿Cuál es el motivo de este tributo?
El motivo es que el reporterismo en profundidad y de calidad está bajo amenaza. Yo he podido ir a Cachemira, Japón, Bután, Afganistán… Mi preocupación es que las generaciones de periodistas que vienen detrás no tengan la oportunidad de hacerlo. Esto sería malo no solo para los periodistas y medios, sino también para la gente que no tiene voz en esos lugares remotos.

Una de las soluciones a la crisis que vive el periodismo en España es volver a sus orígenes más auténticos, al reporterismo clásico en profundidad, de las grandes historias. Los únicos medios que van a poder sobrevivir son los que, en medio de esta vorágine de información y de este pozo sin fondo que es internet, consigan diferenciarse y aportar algo que otros no tienen. Eso solo se consigue con periodismo de máxima calidad. Sin embargo, cada vez hay menos apuestas por el gran reportaje y por las historias diferenciadas. Por eso, creo que era importante incluir en un libro aquello que yo he podido hacer.

- ¿Cuáles son los principales peligros y restricciones a la hora de informar desde Asia?
Hace casi dos años que no puedo entrar en China. Asia es una región con mucho autoritarismo. Allí están varios de los regímenes más bestias y represivos; Corea del Norte, por ejemplo. He entrado dos veces en Corea del Norte –El lugar más feliz del mundo… [el libro se titula así porque es como se autodefine la propaganda de Corea del Norte]–, y si me hubieran descubierto como periodista mientras estaba trabajando, me hubiera metido en problemas serios. En China, la intimidación al periodista es constante. He cubierto unos 25 países, con conflictos bélicos como el de Afganistán, revueltas como la de Birmania y grandes desastres naturales.

Pero nunca he entendido al periodista que se queja de eso. Por un lado, es parte del oficio y, por otro, la gente acerca de la que vas a escribir siempre lo está pasando peor que tú.

- A su juicio, ¿quiénes son ahora los principales exponentes del gran reporterismo?
En España, hay varios. Siempre fui fan de Ramón Lobo, Enric González, Javier Espinosa… De varias mujeres, que muchas veces no se las menciona por machismo y hacen una labor increíble, con el mismo o más valor que los hombres: Mónica García Prieto, Mayte Carrasco, Ethel Bonet y me dejo muchas. Por supuesto, varios fotógrafos. España tiene quizá la mejor generación que ha tenido nunca y, sin duda, la más reconocida en el mundo. Lo triste es que casi ninguno de estos fotógrafos pueda publicar sus trabajos en España.

- El profesor Felipe Sahagún se preguntaba también en Cuadernos de Periodistas si los corresponsales extranjeros son una especie en extinción o en transformación. ¿Usted qué opina?
El New York Times tiene más corresponsales que nunca: 25. Para cualquier periódico que quiera hacer información de calidad, el corresponsal tiene que ser una pieza fundamental e insustituible. La cuestión no es si el corresponsal va a desaparecer, sino en qué condiciones va a trabajar. Y otra cuestión es cómo aprovechas al corresponsal. Si se dedica a hacer lo que ya hacen las agencias y los demás medios y a ir a las ruedas de prensa del político de turno, se está tirando el dinero. Ahora bien, si se le da al corresponsal la libertad para buscar historias diferentes, entonces sí que merece la pena.

- ¿Cómo debe ser el mejor reporterismo?
Debe tener la habilidad de acercar a un lector que está a miles de kilómetros de distancia la realidad de gente de la que sabe muy poco. Tiene que estar cada vez mejor escrito. En el reporterismo literario, las historias deben estar bien construidas y deben incluir todos los datos y la información necesaria, que se note que has entrevistado a una buena cantidad de personajes y que has convivido con ellos.

- ¿Los periodistas solo deben reflejar la realidad que observan, por cruda que esta sea, o deben involucrarse e intentar cambiarla?
El objetivo del periodista es reflejar la realidad y que otros hagan lo necesario para mejorar o resolver esa situación complicada. El periodista debería mantener una distancia; aunque, en realidad, cuando estás ante un drama humano, esa distancia no se puede mantener. Sin buscar la emoción forzada, es importante transmitir lo que tú estás viendo y sintiendo en cada reportaje. Pero el trabajo del periodista acaba ahí.

Sí que creo todavía en el periodismo no solo como una forma de entretenimiento –a lo mejor soy un poco romántico e iluso en esto–, sino como una labor social que puede ayudar a mejorar las cosas.

- ¿Dónde cree que está el límite ético para publicar imágenes duras, violentas o sangrientas?
Hay varios elementos que se deben tener en cuenta. Primero, yo no creo en mostrar cosas muy gráficas sin que aporten nada a la información. En las ocasiones en que sí aporten algo, debe tenerse en consideración la privacidad de la gente. Luego, hay que mostrar la crudeza de un conflicto o de una situación, pero hay un límite en el cual ya se ha mostrado eso, el mensaje está claro y algunos quieren ir todavía más allá de forma gratuita e innecesaria.

A veces creemos que la imagen más brutal es la que más información da, cuando muchas veces hay imágenes bastante mejores que revelan el drama humano de un conflicto sin necesidad de mostrar esa crudeza.

Es una línea muy fina que si se sobrepasa se llega al morbo de intentar crear sensaciones para atraer más audiencia. Tiene que ser una decisión tomada con sensibilidad por el editor de Fotografía o por el director. Creo sinceramente que en España eso se hace bien, salvo excepciones. Por ejemplo, en el accidente de Santiago jamás hubiera dado una imagen de un muerto que se pudiera identificar, pero sí una imagen en la que se vea el accidente y se vieran víctimas que no se pueden identificar. La privacidad es fundamental, y no solo para publicar fotos de gente de aquí, sino también de fuera, por lejos que esté.

El corresponsal de 'El Mundo' en Asia, en la sede de la APM. Foto: Pablo Vázquez / APM- Y hay que “dejar que la realidad te estropee una buena historia”, como señaló en su blog.
Desgraciadamente, la frase “no dejes que la realidad te estropee una buena historia” se ha convertido a menudo en un hecho habitual. ¿Qué está pasando? Un medio tiene que administrar, editar y publicar mucha más información, sobre todo en las webs. Eso ha venido acompañado de un recorte de las plantillas. Y la consecuencia ha sido que se publiquen informaciones que antes no se hubieran publicado jamás. Historias que no tienen valor informativo, que son naderías o, incluso, historias que no tienen ninguna fuente ni credibilidad pero que solo con el titular pueden tener mucha audiencia en internet.

Mi preocupación es que al periodismo escrito, con la obsesión por los clics, le pase lo mismo que a la televisión en España: de tanto obsesionarse por la audiencia fue bajando el nivel, degradándose y cayendo en la basura. No se trata solo de ofrecer lo que la gente quiere, sino también lo que necesita saber.

- Escribió en su blog que los medios de comunicación están contribuyendo al “desmoronamiento moral y económico de España”. ¿Cómo lo están haciendo?
La prensa española está muy politizada. Muchas veces, el objetivo más que informar es marcar una agenda política; a veces, de forma honesta, pero ello desvía de la esencia del periodismo.

Nos pasamos todo el día criticando a los políticos, a los banqueros y a las instituciones, pero no nos hemos preguntado cuál es nuestro papel en la crisis. Durante años, no criticamos a los bancos porque nos ponían publicidad. Y hay medios que sistemáticamente, durante una década, coinciden plenamente con las opiniones de un partido.

- No obstante, considera que la crisis es “una gran oportunidad para recuperar la confianza perdida en quienes nos dedicamos al periodismo”.
Todas las instituciones han demostrado ser una farsa, estar manipuladas o depender del poder político. Corrupción en la Monarquía, en los sindicatos y, por supuesto, en los partidos políticos. ¡Qué gran oportunidad para que los medios se pongan del lado del público y cumplan su papel de denuncia de todo esto!

- Lo que no se puede recobrar, según aseguró usted en su día, es la independencia, que “es para el periodista como la virginidad en al menos un aspecto: una vez perdida, no se puede recuperar”.
Para mí, el principal problema de la prensa española es la falta de independencia, quizá del 95 % de los periodistas. Es decir, ya se espera que un periodista se declare de entrada de un partido político. A mí esto me parece dramático. Un periodista que no es independiente no está haciendo periodismo, está haciendo propaganda, publicidad, comunicación.

- Sin credibilidad, no sirve de nada el resto de las cualidades que pueda tener cualquier periodista, aseveró Charlie Skinner, el modélico director de la división de noticias de ACN en la serie The Newsroom. ¿Qué deben hacer los periodistas para recuperar credibilidad?
La gente se cree cada vez menos lo que les contamos. Se da en España un periodismo de trinchera, y esto daña mucho la imagen y la credibilidad de la prensa. Una de las grandes estafas en este país ha sido la usurpación de los políticos de los medios públicos. Han robado algo que nos pertenece a todos. Es absolutamente ridículo esto de que cuando llega al poder un Gobierno echa a un número importante de periodistas para poner a sus amigos, y cuando cambia el Gobierno vuelven los despedidos y echan a otros. No ocurre en ningún país serio. No estamos premiando la independencia.

- Y hablando de editores responsables y de independencia, ¿existe un problema de jefes en los medios españoles actualmente?
Hay buenos y malos jefes. Pero hay una evidencia: en toda esta crisis del sector, la mayoría de los despedidos son de la redacción. Si las cosas salen mal, lo raro es que la responsabilidad sea solo de los redactores. No hubiera venido mal que los directivos de los medios hubieran asumido parte de su responsabilidad.

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