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ENTREVISTA AL PREMIO APM AL MEJOR PERIODISTA DEL AÑO 2023

Pedro Piqueras: ‘He procurado toda mi vida ser un relator de hechos, no una estrella rutilante’

21/02/2024

09:32

Escrito por: María Jesús García

Entrevista al Premio APM al Mejor Periodista del Año 2023, tras 51 años de trayectoria profesional, 35 de ellos dedicados a la televisión en Telecinco, Antena 3 y TVE.

Ser un rostro conocido en televisión, con una voz entrañable, que te explica lo que ha ocurrido cada día de una forma directa y cercana durante décadas y desaparecer de repente -porque quiere, porque lo ha decidido, porque tiene derecho- deja un comprensible vacío en las pantallas y en la rutina de muchas personas que se han acostumbrado a que sea él, Pedro Piqueras, quien les cuente las noticias cada noche. Y ese vacío se materializa en los cientos de mensajes, atenciones y llamadas que el periodista lleva recibiendo desde que, justo hace dos meses, se despidió de la audiencia, y que él agradece de corazón, pero que le cuesta entender. Porque, según afirma, “lo único que he hecho es hacer mi trabajo lo mejor que he podido”.

Para el jurado de los galardones de la Asociación de la Prensa de Madrid (APM), ese trabajo ha merecido el Premio al Mejor Periodista del Año 2023, que le ha otorgado precisamente en el de su despedida, llevada a cabo “con la elegancia, educación, neutralidad, buen hacer y talante que han caracterizado su carrera durante 51 años de ejercicio en los principales medios de comunicación”.

Pedro Piqueras recibe a Apmadrid.es en su casa, tras la clase de piano que no perdona, ahora que, al fin, tiene algo más de tiempo para cultivar su añorada vocación musical.


- Ha recibido numerosos premios en su trayectoria periodística; entre ellos, un Premio Ondas, tres Antenas de Oro… ¿Qué supone para usted que la Asociación de la Prensa de Madrid le considere el periodista del año 2023?

- Pues mira, estoy encantado. He tenido premios a lo largo de mi vida. Siempre han sido de esos a los que no te presentas tú, sino que te llegan. Y me han llegado escalonadamente. Mi carrera no ha sido de estar siempre en primera fila. He tenido momentos buenos y también he tenido bajadas, haciendo de todo, hasta pasillos. Pero nunca me he sentido decepcionado por ello. Salvo un programa que no me iba nada, creo que me he rehecho siempre intentando hacer de la mejor manera lo que tenía que hacer en ese momento. Si no presentaba el Telediario de las nueve en TVE y me tocaba un programa de madrugada, procuraba que saliera lo mejor posible. Hay personas que piensan que una vez que han llegado a un alto estatus, no pueden bajar de ahí. Yo creo que la vida son muchas más cosas.

- Comenzó en prensa, en el diario Pueblo, muy joven; luego hizo radio y, sobre todo, televisión. ¿En qué medio se ha sentido más a gusto?

- Sí, he hecho todo, he tocado todos los palos. Cuando estaba en el periódico, me salieron unas prácticas en Radio Nacional. Si no, no me habría movido del diario, porque me encantaba. Hacer radio me pareció maravilloso y me fue preparando para después llegar a la tele. No reniego de ningún medio, todos me han sido muy gratificantes, en todos he aprendido mucho y lo he pasado muy bien, y mal también, que es lo que se debe hacer, ¿no? Y luego, el reporterismo me encanta, yo soy un reportero venido a menos. En cuanto podía me iba al Golfo, al terremoto de Haití o al volcán de la Palma, pues es lo que me gusta.

“Los periodistas son testigos del tiempo que viven y el tiempo que vivimos es muy beligerante, muy de banderas”

- Lleva medio siglo ejerciendo esta profesión. ¿Qué echa de menos del periodismo de antes?

- Que era un periodismo muy de contar lo que pasaba, menos opinativo, menos de trinchera. Aunque también nos engañaban ¡eh! Las fuentes a veces eran engañosas y contabas cosas que no eran del todo ciertas, si bien no porque tú las hicieras inciertas. Este punto me parece fundamental, que el periodista no haga inciertas las cosas, que se mueva, al menos, en la búsqueda de la certeza. La certeza nunca va a existir, pero que intente contar las cosas como son, no sólo como cree que deben ser. Lo que pasa es que la crispación y la polarización política han hecho que nos polaricemos todos un poco también. Esa es la parte, yo creo, más negativa en la actualidad.

- Entonces, ¿cree que hay un exceso de periodismo opinativo?

- Puede que lo haya. Yo creo que sí. Pero también es cierto que las empresas y muchos periodistas se rigen por el deseo del público. A mí me molesta mucho cuando se echa la culpa a los periodistas de todo esto. Los periodistas son testigos del tiempo que viven, y el tiempo que vivimos es muy beligerante, muy de banderas. Creo que la agitación, desgraciadamente, se produce más en el Parlamento que en otros sitios. Y no te digo nada de las redes sociales... Entonces, que el periodismo se contagie de eso parece algo casi normal. No me extraña.

Lo de la opinión ahora mezclada con la información es algo muy novedoso, que sí que arrastra. Además, parece que hasta el público lo exige. Yo he sido poco opinador. Quizá porque me he educado en las faldas de lo que era la cosa pública hace mucho tiempo. Empecé en TVE y en Radio Nacional, y lo que se perseguía era ser muy equilibrados. No se lograba siempre, ¡eh! Creo que lo que he procurado toda mi vida es ser un relator de hechos.

“Tengo una deuda conmigo mismo, que es la de haber sido corresponsal”

Pedro Piqueras, junto a su antigua radio. Foto: María Jesús García / APM

- El pasado 21 de diciembre se despidió de los espectadores y del informativo que presentaba en Telecinco. ¿Le ha costado mucho cerrar este capítulo de su vida?

- No, no me ha costado mucho, ya que ha llegado en el momento apropiado. Una serie de circunstancias me han hecho ver que era la hora de irme, y de irme en paz, buscando la fórmula para no hacer daño a mi compañía. Cuando se está 18 años en un sitio, creo que hay que ser agradecido. Y yo, de hecho, estoy agradecido.

- ¿Hay algo que le hubiera gustado hacer en el periodismo y que no ha hecho?

-Sí, sí, hay cosas que me hubiera gustado hacer. Por ejemplo, tengo una deuda conmigo mismo, que es la de haber sido corresponsal. Hay un hueco en mi vida, y es el de no haber estado viviendo en un país en el exterior, informando de lo que ocurre e impregnándome de otras culturas. También me habría gustado tener una columna de opinión, pero no para conducir hacia ningún lado a la gente, sino para tratar de llegar, de acercarme a la verdad de algunas cosas. Me parece que cada uno debe tener su criterio, y nosotros tenemos que dar los elementos para que lo tengan. Es uno de los problemas que sí que estoy viendo ahora mismo con las redes y con el bombardeo permanente de informaciones y contrainformaciones, de propaganda, que hay mucha. Se está perdiendo la capacidad de criterio, la capacidad de discernir, y por eso la gente se apunta a un bombardeo o a otro. El exceso de información produce desinformación y eso que llaman ahora posverdad.

“Creo que hay que confiar en un futuro de periodistas que ya se está produciendo: los verificadores”

- Ese es uno de los peligros al que nos enfrentamos actualmente en el periodismo, la desinformación. ¿Cómo podemos combatirlo?

- Todo esto, lo de la desinformación, lo de la posverdad, creo que ocurre más por las redes sociales y por la propaganda ajena a los medios que por los propios medios. Hay que confiar en los medios, sigue siendo necesario confiar en ellos. Hoy en día, para mí, el periodista que firma una página, un reportaje o una información tiene mucho más crédito que los bombardeos que hay por las redes. Creo que hay que confiar en un futuro de periodistas que ya se está produciendo: los verificadores, periodistas que van a intentar saber la verdad de cada cosa. Esto es un reto ahora mismo en el periodismo: intentar saber qué es lo que de verdad ocurre. Tiene que haber verificación. Lejos de pensar que con todo esto el periodismo está viviendo unas crisis, creo que está viviendo una esperanza.

- En los últimos años ha cambiado mucho la forma de hacer informativos en televisión. ¿Cómo lo ha vivido?

- He vivido una transición. Empecé en el año 88, y los informativos ya estaban muy avanzados, había información vía satélite, directos… Creo que el principal cambio ha sido de contenido. Antes, cuando había solo una televisión -prácticamente, en la que yo empecé-, la información era fundamentalmente sobre política, economía e internacional. El resto de las informaciones no tenían sentido. Entre otras cosas, porque había un programa por delante -que lo hacía Pepa Bueno, la actual directora de El País-, llamado Gente, en el que se hablaba de sucesos, temas sociales y cosas de ese tipo que en el informativo casi no tenían cabida. Es más, a veces, se “caía” el deporte por falta de tiempo. Tú imagínate qué aberración sería hoy eso.

Creo que, poco a poco, la competencia es la que ha hecho que los informativos de televisión se hicieran eco de cuestiones que antes no entraban: temas de sucesos, de maltrato a la mujer, de educación… Antes tenía que ser algo muy relevante para que aparecieran en un informativo. Sí, básicamente ha cambiado en los contenidos.

- ¿Más que en cuestiones técnicas o estéticas?

- Muchísimo más. Creo que ha habido una evolución, porque los medios técnicos, en el fondo, aunque fueran más arcaicos, ya los había: cámaras, focos y conexiones, todo eso. Ahora se ha perfeccionado y hay una preocupación mayor por la estética que antes.

- Levantarse de la mesa para contar las noticias fue una gran novedad y, más recientemente, la inclusión de realidad virtual.

- Creo que fui el primero que me puse de pie, pero empezaron a levantarse todos y yo me senté. Fue por una anécdota de José María García. Le escuché en la radio que decía: “Estos presentadores de televisión, todo es lo mismo: entradilla, vídeo, sentado detrás de una mesa”, y me dije: “Pues me voy a levantar”. Lo hice para hacer la presentación y los primeros temas. Enseguida en alguna otra cadena empezaron a levantarse, y entonces yo me senté. No es que inventara nada, en algún sitio lo había visto, creo que en Estados Unidos. Y luego ha evolucionado a los grandes espacios, la realidad virtual, etc.

He vivido siempre con escasos medios. He basado los informativos en contar las cosas de frente y de cerca, que es como se habla con la gente. Si hubiera tenido el escenario de ahora, seguramente habría paseado. Pero como no lo tenía, me basé en mi forma de hablar, en mirar a la gente a los ojos a través del objetivo y contar las cosas que pasan; y, además, con un plano cercano, para estar de igual a igual.

“Hay que recuperar la capacidad de criterio, la capacidad de discernir”

Piqueras. Foto: María Jesús García / APM

- A su juicio, ¿cómo tiene que ser un buen comunicador?

- Pues no lo sé exactamente, no sabría decirte, pero un buen comunicador tiene que ser alguien que en cierto modo “abrace al televidente”, que se sienta cerca de él. El informador que habla de lejos o que grita o cosas de ese tipo en un telediario para mí no tiene mucho sentido. Aunque hay gente que le gusta, ¡eh! Yo creo más en el comunicador que te lo dice a ti. En eso tuve una escuela muy buena, la de Pilar Miró y Jesús Hermida, que decía eso de: “El objetivo no son tus ojos, son los ojos del televidente”; y ahí es donde hay que mirar, pero con la mirada de quien mira a alguien. Yo no he tenido grandes recursos a la hora de hacer televisión, y he basado todo en la forma de hablar, de mirar o de tener una cierta cercanía. Siempre pienso que hay alguien detrás; es más, cuando no lo hago, lo noto. Haciendo un informativo, sé cuándo soy capaz de comunicar y cuándo no. No se trata de leer, se trata de decir, que es otra cosa, de contar. A mí me gusta mucho la palabra “contar”, que se parece al verbo “cantar”. Es una forma de llegar un poco más dentro, no quedarte en la pantalla, sino penetrar. Tampoco sé si lo he conseguido siempre, pero lo he intentado.

- ¿En qué medida el comportamiento de las audiencias determina la elección de los contenidos?

- Mucho, y quien diga que la audiencia no ha determinado alguna vez sus contenidos, no es cierto. Si ha habido momentos en que un tipo de sucesos vendía, todos hemos informado sobre eso. Puedes hacer una defensa honorable de lo que estás haciendo o incluso un alejamiento honorable de determinadas formas de hacer; pero al final, cuando te levantas por la mañana, ves la curva de audiencia y dónde hemos subido o bajado. En una época se sube por la política; en otra época, por conflictos sociales, por conflictos en Cataluña o por el volcán de La Palma. Hay elementos que hacen que suba la audiencia y nos volcamos con ellos. Esto es así. También hay una exigencia de la audiencia de ser informado de determinadas cosas y de una determinada manera. Y luego, claro, hay otra parte: lo que tú crees que la audiencia debe conocer.

- ¿Y ese equilibrio es difícil?

- No es tan difícil, a mí no me resulta complicado. Lo que sí he hecho es planteármelo. Habrá gente que se lo plantea y otra que no. Porque si sólo nos dejáramos llevar por las cosas que venden, no haríamos un informativo. Hay temas que no meteríamos. Se trata de equilibrar ambas cosas: dar lo que pide la audiencia y también lo que debe interesar, que es importante. Y, a partir de ahí, construir un informativo.

Siempre he pensado en un sentido musical de un informativo -porque me gusta la música- y así lo he hecho: lo imaginaba siempre como una especie de obra sinfónica, que tiene una entrada, una obertura fuerte, que son unos titulares, con la mejor imagen, con todo esto. Después, una primera pirámide invertida. Nunca he creído en la pirámide invertida para todo, porque pierde interés a mitad de la información, pero sí una pirámide que fuera un allegro o un allegro molto vivace. Son distintos cuerpos que hacen un primer momento en que baja la tonalidad para reflexionar, luego sube y al final tienes un cierre que tiene que ser algo muy bello. Los cierres hay que cuidarlos mucho, es el momento en el que invitas a la gente a volver a verte al día siguiente, y no creo que se deba meter un suceso, algo escabroso o feo para decir: “Mañana les esperamos otra vez”. En cambio, a mí me encanta el mundo de la cultura, que el cierre tenga relación con el ballet, con el teatro, con las artes plásticas, con cosas de este tipo. Contamos cosas terribles, pero al final el mensaje es: “Todo esto ha pasado, pero la vida continúa y mañana les esperamos otra vez para contarles las noticias que haya. Algunas serán de este tono, pero habrá otras noticias que no lo sean”.

- Usted se ha caracterizado por narrar las noticias siempre con buen talante, sin estridencias, incluso con una sonrisa. Precisamente se despidió diciendo: “Les deseo tiempos de menor crispación”. ¿Cómo podemos contribuir los periodistas para llevar a buen término este deseo?

- Los periodistas contamos lo que pasa y lo que pasa es que hay gente un poco enajenada que busca enajenarnos. Quieren enajenarnos a nosotros para que nosotros enajenemos a los demás. Eso es algo contra lo que los periodistas deberíamos luchar. A mí eso siempre me ha molestado. Habré cometido mis errores también, porque los enfrentamientos vendían, tenían audiencia, si bien lo he hecho con sentido crítico. En cuanto a la despedida, dije que si hubiera un poquito más de interés por evitar la crispación y un poco más por la justicia social -me parece que interesa el dinero más que nunca-, pues todo iría mejor. Creo, eso sí, que el periodismo tiene muchas cosas que hacer en ese sentido. Y era lo que venía a decir con la despedida, no era una toma de posición política.

“He trabajado con libertad, y cuando no he tenido esa libertad, o me he ido o me han dejado fuera”

- Según los datos del último Informe Anual de la Profesión Periodística de la APM, la confianza de los ciudadanos en el periodismo apenas alcanza un aprobado, lo que conlleva pérdida de influencia. Esta percepción aumenta incluso entre los propios periodistas. ¿Usted también lo cree así?

-Sí, desgraciadamente, la influencia es cada vez menor, porque el peso social o la influencia de las redes sociales es cada vez mayor. El otro día, dando una clase, les decía a los alumnos: “¿Vosotros leéis el periódico?”. Ni uno solo lo leía. En la pantalla sí lo ven, pero jamás van al quiosco a comprar el periódico, jamás se ponen delante del informativo a verlo a la hora, ni los escuchan en la radio -y mira que hay gente buena en la radio, de gran nivel-. Y pregunto: “¿Por dónde os informáis?”. Me contestan: “Por redes”. Ven selecciones de informaciones que se dan en redes, en TikTok e incluso por WhatsApp, donde ya aparecen resúmenes.

Tengo una cierta esperanza con lo que te decía antes de la verificación, con que los periodistas tomen seriamente el papel de contrarrestar la mentira, eso es muy importante, y creo que esa es la vía que puede devolver la confianza. Por eso, a mis alumnos les digo: “No perdáis la capacidad crítica”. Sobre todo, hago mucho hincapié en algo fundamental: lo falso, desgraciadamente, se impone sobre lo verdadero. Hay una teoría de Umberto Eco que habla precisamente del poder de lo falso para instalarse, lo cual es una barbaridad.

No obstante, lo que hay que recuperar es la capacidad de criterio. La crítica no es estar a la contra, la crítica es tener criterio, capacidad de discernir, de entender las cosas, eso se lo digo a los estudiantes muchas veces.

- Y ahora que no está en ningún medio. ¿Se siente más libre a la hora de emitir sus opiniones?

- No, siempre me he sentido libre de pensar lo que pienso y expresar mis opiniones, nunca me he sentido coartado. Lo que pasa es que no las he hecho públicas, porque nunca me he sentido protagonista de la historia. Tengo mis opiniones. Es ahora cuando menos las comparto, porque está la gente tan levantisca que dices algo y te saltan encima de la mesa. Siempre he trabajado con libertad, y cuando no he tenido esa libertad, o me he ido o me han dejado fuera, que también está la libertad de la empresa para darte trabajo o no dártelo. Yo he pasado por distintos periodos, de estar muy bien en una cadena a tener que hacer cosas que no me gustaban, porque en ese momento no interesaba que hiciera información. Y te digo una cosa: me alegro muchísimo de que haya sido una carrera de dientes de sierra, de que haya sido una carrera irregular.

Piqueras, junto a una máquina de escribir y una cámara de fotos. Foto: María Jesús García / APM

- Si tuviera que decir lo mejor que le ha dado esta profesión…

- La vida, esta profesión me ha dado la vida. Porque la vida es también eso: sufrir y disfrutar. A mí me ha dado la vida venir a Madrid a estudiar. Vivía en Albacete, una ciudad pequeña, donde sólo se podía estudiar Magisterio o Enfermería. Obtuve una beca y conocí Madrid, y me pareció la ciudad de las oportunidades. El periodismo me lo ha dado todo. He tratado de ejercer esta profesión honestamente. No estoy seguro de haberlo hecho siempre de una forma correcta, han sido 51 años; y aunque yo crea que sí, si escudriñamos, igual vemos que hay cosas que no han sido tan correctas. Pero nunca he querido ser una estrella rutilante, he procurado llevarlo todo con mucha cautela.

- ¿Y lo peor?

-  A estas alturas, te diré que lo que tengo es un profundo agradecimiento. La mayor parte de la gente que he conocido en los medios de comunicación es gente que me ha aportado mucho y a la que yo espero haber aportado algo también. He tenido momentos duros, porque hemos pasado momentos de informaciones duras en España. He contado todo: la abdicación del rey, los peores atentados, el de Irene Villa, la guerra de Ucrania…

- ¿Cuál le ha emocionado más?

- Pues precisamente el atentado de Irene Villa, porque tuvimos una dura polémica con María Antonia iglesias sobre si dar las imágenes o no. Yo era partidario de darlas, pues pensaba que con esas imágenes incluso los propios terroristas podrían hacer examen de conciencia. Hasta ese momento, cuando llegaban las cámaras, encontraban un cuerpo tapado o incluso nada. En este caso, las cámaras estaban en el momento del estallido y se vio lo que era la crudeza del terrorismo. Fui partidario de darlo y se dio. Aquello me impactó mucho; de hecho, me llevo muy bien con Irene.

“Esta profesión me ha dado la vida, me lo ha dado todo

- ¿Qué proyectos tiene para el futuro? Quizá escribir libros o dedicarse más a la música, que tanto le gusta.

- Me he ido sin plan B. Me he ido porque quería irme, quería cerrar una etapa. No habría sido sincero si hubiera hecho el teatrillo de cerrar una etapa para empezar otra que tuviera apalabrada. Me hablan de algún documental, me hablan de crear una serie, es posible que haga algo en televisión, conferencias, un libro más adelante. Aunque ahora lo que quiero es descansar. No he podido, por cómo han venido las circunstancias, pero ahora me apetece ir al cine, ver un musical y disfrutar de esas cosas que durante muchos años no he podido, o sea, llevar una vida normal.

- Por último, una curiosidad. Creo que pidió el decorado de Informativos Telecinco, el skyline de Singapur, para llevárselo.

- Sí, han sido 17 años con ese decorado, que era muy pobre. Es sólo un hule que a veces caía y había que ponerle unas grapas. Pero no estorbaba, era identificativo, los colores no dañaban y podías contar la vida desde ahí. Reconozco que le tengo afecto y que ha marcado un tiempo mío y de la gente que ha trabajado conmigo, así que me lo he llevado. Creo que lo voy a poner en el garaje de mi casa de la sierra.

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