José María Lorente Toribio
José María Lorente Toribio: del deporte y de la Asociación de la Prensa
Si tuviéramos que añadir apellidos a José María, los más adecuados serían el de “periodista deportivo” total y el de generoso “militante de la Asociación de la Prensa”; aparte de su entrega a una familia, a María Jesús, recientemente fallecida, y a sus hijos, por los que sentía pasión.
Conocí a Lorente en su larga y fecunda etapa como secretario general de la Asociación de la Prensa de Madrid (APM), casi 20 años de dedicación con lealtad a tres presidentes: a Jesús de la Serna, con el que protagonizó una etapa de reconstrucción y saneamiento de la Asociación que evitó su desaparición; y con Alejandro Fernández Pombo y conmigo, en otra etapa de crecimiento y activismo. José María siempre fue proactivo, leal y cumplidor. Destacaría su espíritu de servicio, su compromiso con los compañeros a los que atendía: escuchaba y trataba de resolver sus problemas. José María tenía carácter, testarudo a veces, incluso cascarrabias; pero se hacía querer y respetar, los empleados de la APM pueden dar testimonio de ello.
Ha fallecido a los 95 años con mucha vida acumulada, desde los años de niño de la guerra en Madrid bajo la presión de la violencia y el hambre, niño de la calle que tenía que ayudar a conseguir pan. La pasión por el periodismo le llegó desde los periódicos de la calle Larra madrileña, donde estuvo la redacción de El Sol y luego las de Arriba y Marca. Su padre trabajaba en aquel edificio y allí apreció el olor de la tinta, el ruido de la rotativa y el afán de los periodistas. Además, la pasión por el deporte le venía de la infancia y del colegio.
Con 20 años escribía sobre deporte y con 22 asistió a sus primeros Juegos Olímpicos en Londres (luego vendrían otros diez Juegos). Junto con el ejercicio del periodismo deportivo, le llegó la pasión por el asociacionismo, dedicación generosa a los colegas. Fundó la Asociación Española de la Prensa Deportiva, la vinculó a las organizaciones internacionales, e hizo carrera profesional en Marca hasta alcanzar la subdirección del diario, antes de jubilarse en 1991.
Con la jubilación bien ganada, dio espacio a su otra pasión: la APM, que pasaba a comienzos de los 90 por una de sus cíclicas crisis que amenazaba lo peor. Él, con Jesús de la Serna y otros colegas generosos -entre ellos, Jorge del Corral (otro apasionado de la APM)-, afrontaron la quiebra y sacaron adelante la Asociación y su veterano Servicio Médico, asociado en aquel momento a la Fundación Jiménez Díaz. De aquella gestión se han beneficiado miles de colegas, que les debemos agradecimiento.
José María ejerció de periodista por encima de todo, amante del deporte, y también fue un gestor con sentido común. Lo fue durante los años que dirigió el Palacio de los Deportes y también como secretario general de la APM. Honrado, atento a los demás y abierto a ideas y procedimientos nuevos. Cada mañana, con sol, lluvia o frío, caminaba hasta la calle de Juan Bravo, sin abrigo y a buen paso cuando ya estaba en los 80 largos. Casi al mismo tiempo han fallecido Lorente y Aguinaga, dos clásicos de la APM, a la que dedicaron cariño y compromiso.
Fernando González Urbaneja
Expresidente de la Asociación de la Prensa de Madrid