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Dos buenos toros de Alcurrucén: una oreja para Sebastián Castella y más que dignidad para Joselito Adame

26/05/2011

10:40

Escrito por: APM

El Rey entregó al diestro francés el Trofeo Oreja de Oro al triunfador de la tarde.

 

Plaza de Toros de Las Ventas del Espíritu Santo. Miércoles, 25 de mayo de 2011. Corrida de la Asociación de la Prensa de Madrid (APM). Lleno de “no hay billetes” en tarde de bochorno. Tras tres años de ausencia, presidió el festejo Su Majestad el Rey D. Juan Carlos de Borbón, acompañado por el presidente de la Asociación de la Prensa de Madrid, Fernando González Urbaneja.

Incidencias: Los caballos de picar salieron al ruedo con ambos ojos tapados. El presidente concedió un cambio de tercio con solo una vara al quinto toro.
El Trofeo Oreja de Oro al triunfador de la Corrida de la Prensa que concede la Asociación de la Prensa de Madrid fue para Sebastián Castella.

Presidente: César Gómez Rodríguez.
Asesor: José Cabezas Porras.
Delegado gubernativo: Raquel Medina Gil.
Veterinarios: Fernando David Fuente, Manuel Pizarro Díaz, Renné Alonso.

Toros de Alcurrucén (procedencia Carlos Núñez) correctos de presentación. Manseando pero encastados (salvo el 4º), tuvieron nobleza y justeza de fuerza.
-Primero: “Escribano”, nº 79, nacido en octubre de 2005, negro chorreado en morcillo, 529 kg. Salió suelto de la segunda vara. Encastado, repitió claro por el pitón derecho, por el izquierdo se le ahogó la embestida. Silencio en el arrastre.
- Segundo: “Arrestado”, nº 265, nacido en febrero de 2007, negro chorreado, 543 kg. Toro largo. Se dolió en la primera vara, en la segunda se arrancó de lejos pero salió huido. Claro en banderillas. Excelente en la muleta, sostenida embestida por ambos pitones y excepcional fijeza, se desplazó bien y a veces atosigó por su encastada acometida. Ovación en el arrastre.
- Tercero: “Deseado”, nº 337, nacido en abril de 2006, negro, 527 kg. Tomó dos varas repitiendo rápidamente en la segunda. Se pegó un golpe en la testuz contra el burladero, lo que pudo influir en su posterior comportamiento. Noble pero parado. Silencio en el arrastre.
- Cuarto: “Esmerado”, nº 161, nacido en marzo 2007, negro bragado axiblanco, 554 kg. Cumplió en dos varas. Receloso en la muleta, tardeaba, y, cuando se decidía a embestir, repetía con violencia. Silencio en el arrastre.
- Quinto: “Afanosito”, nº 166, nacido en febrero de 2007, negro, 523 kg. El de menos presencia pero se tapaba con la cornamenta. Al sentir el hierro de la primera vara salió huido, en la segunda se dolió, cabeceó, derrotó pero no huyó. En la franela dejó ver casta y, aunque le faltó clase, tuvo sus muletazos. Silencio en el arrastre.
- Sexto: “Guitarro”, nº 233, nacido en octubre de 2006, negro chorreado en morcillo, 572 kg. Salió sin fijeza, alargaba la gaita en continuas querencias hacia el callejón. Manseó en el caballo, correteó y no tuvo fijeza. Llegó a la muleta, violento, mirón, sin llegar a romper ni a humillar. Pitos en el arrastre.

Se anunciaron como sobreros ejemplares de José Vázquez:
- “Vanidoso”, nº 101, nacido en septiembre de 2006, negro, 554 kg.
- “Brochado”, nº 110, nacido en diciembre de 2006, negro, 557 kg.

 

Matadores:
- Sebastián Castella. De coral y oro. Estocada algo atravesada que provocó vómito en el toro; una oreja tras aviso. Estocada desprendida y atravesada; silencio tras aviso.
- Miguel Ángel Perera. De verde hierba y oro. Estocada muy trasera, casi en mitad del lomo, caída y atravesada; silencio. Estocada en mitad del lomo atravesada; pitos.
- Joselito Adame. Confirmó alternativa. De sangre de toro y oro. Estocada trasera atravesada que hace guardia; ovación con saludos. Media caída y atravesada; palmas.

Picadores:
1er toro: Rafael Arenas “Telera”. Primera vara trasera, en el tendido 9. Segunda vara más trasera aún.
2º toro: José Manuel Moreno “Josele”. Primera vara baja, casi en la paletilla izquierda. Segunda vara prácticamente en el mismo sitio.
3er toro: Ignacio Rodríguez. Primera vara al relance de un capote y trasera. La segunda la tomó el toro nada más salir de la primera y recargar, casi en el mismo sitio que la anterior.
4º toro: José Doblado. Primera vara con dos encuentros traseros, uno en la paletilla derecha. Segunda vara caída y pasada, en la paletilla izquierda.
5º toro: Francisco Doblado. Al sentir el hierro de la primera vara, el toro salió huido, ni un picotazo. Segunda vara trasera.
6º toro: Óscar Bernal. Primera vara al relance de un capote, pasada. La segunda, igual, le tapó la salida.

Banderilleros:
Destacó en el segundo toro el buen tercer par de Javier Ambel. Su matador, Sebastián Castella, le indicó que se desmonterase para saludar pero Ambel no estaba mirándole en ese momento.

J. Rivera.-
A las siete menos veinte de una tarde con adelantado calor estival aún se despachaban entradas en las taquillas de la plaza. Terminaron por agotarse a pocos minutos del comienzo del festejo y se colgó el “No hay billetes para hoy”.

Venía a confirmar alternativa el valiente mexicano Joselito Adame y lo hizo con un buen toro, algo engatillado. De salida se le frenó en el capote y salió suelto, al igual que hizo tras tomar la segunda vara. Pero a partir de ahí cambiaron las tornas. Adame quitó por chicuelinas rematando con una larga. El toro continuó en banderillas su metamorfosis a mejor. Joselito brindó al Rey e inició faena en la misma boca de riego con dos estatuarios. Le arrolló en el segundo, se rehizo rápidamente, y le instrumentó una gran serie de cuatro con la derecha y sin la ayuda de la espada, más uno de pecho, con los talones clavados en la arena de tal modo que le conectaron rápidamente con el público.

Decidió seguir con la izquierda, otros tres y el de pecho menos limpios. Ahora cuatro naturales pero rematando más hacia arriba y el de pecho. O Adame lo ahogaba un poco, o el toro necesitaba más distancia. El de Alcurrucén humillaba, transmitía y competía con el de México en querer imponer su ritmo. Adame se pasó entonces la muleta a la diestra y mandó bajándole la mano en cuatro derechazos y uno de pecho. Repitió tanda pero desceñido, lo que hizo que de los tendidos surgiera un runrún. Se enhiló entonces citando de nuevo al natural, tres que adornó con un farol cerrando con el de pecho. Cinco bernadinas en el centro del ruedo y allí mismo entró a matar, mal. La espada cayó trasera y atravesada, le hizo guardia. Aún así tuvo que salir a saludar desde el tercio al recibir una ovación.Instantánea de la entrega de la Oreja de Oro

Le devolvió los trastos a Sebastián Castella en el segundo toro. El francés había abierto el capote por verónicas rodilla en tierra, rematando con una media en el centro de la plaza. Tomó una par de malas varas el toro, en el mismo sitio, casi en la paletilla izquierda. Pero no lo acusó, es más, en banderillas se iba mostrando cada vez más claro. Otro brindis al Rey y regresó Castella a terrenos del 8. Le recibió de muleta en un calco al capote, doblones que acabaron en los medios. El toro, a pesar de haber claudicado un par de veces, llevaba dentro casta, alegría y exigencia. Humillaba y transmitía y el francés lo citó a media distancia con la mano derecha, cinco pases, un cambio de mano y el de pecho. Siguió toreando en redondo; ahora el toro mostraba un viaje largo y profundo –¡cómo metía la cabeza!–, seis y el moderno y absurdo doble de pecho, echándoselo más atrás que en la primera serie.

Con el cotarro caliente, Castella optó por el toreo al natural, ese que se sabe tiene la llave y la clave de la Puerta de Madrid. Pero a estas alturas de Feria no anda el horno para bollos y en los dos primeros intentos le llamaron al orden por no cruzarse. Corrigió e instrumentó cuatro con la zurda de los que valió uno. El pitón izquierdo estaba ahí y Castella lo sabía. Con la muleta en la derecha y un cambio de mano por detrás, de nuevo buscó el toreo al natural pero estaba colocado al hilo y doblando bisagra. Rápidamente recibió un recado del sol: “¡Ponte derecho!”. Ahí había perdido la segunda oreja.

El toro tenía dentro mucho toreo, pero el galo optó por acortar distancias –ya sabemos que siempre cierra guiones de la misma manera–, la variedad y los recursos: derechazos, pase por la espalda, cambio de mano, el de pecho. Luego, el pase de las flores, molinete, otra vez el toreo en redondo –los tres mejores pases–, el circular invertido y, claro, un aviso por alargar faena. Mató en terrenos del 7 de estocada algo atravesada que provocó vómito. Ovación al toro en el arrastre –había sido de dos orejas– y, hasta ahora, de premio de la Feria, y solo una de ellas para Castella.

Tercer toro y ese desconocido y anodino Miguel Ángel Perera, a la baja, muy a la baja. No se ha cegado precisamente en esta Feria y él lo sabe. Por eso es un continuo amarrarse en el que hay momentos que roza la zaragata. Desplegó ese capote inmenso que lleva, antiestético, en una mezcla de delantales y verónicas a pies juntos. Ni lo uno ni lo otro, dudas, he ahí “su” cuestión actual. Abrochó con una media que mostró, de momento, a un toro sin fuelle, manso y con la cara alta.

Habiendo brindado al Rey y con el muletón en mano –qué trapos más grandes lleva este hombre–, cogió al toro en terrenos del 10 y lo sacó a los medios con pases de tanteo o de “venga, a los medios”, no se supo muy bien. Se decidió por la diestra, sin embraguetarse, y con el tronco a unos cincuenta grados de la vertical. Otra serie aún peor, casi de reverencia oriental según pasaba el toro, que remató con uno de pecho escupiéndolo hacia fuera. Cambió de mano y la izquierda abrió serie con un banderazo que hasta resonó. Intentó tres naturales llevándose al toro a no se sabe dónde. Su postura era casi la de un jugador de billar. Nueva serie fuera de cacho y como una alcayata. ¿Es que física, mecánica y técnicamente es posible traerse al toro y rematarlo tras la cadera de esta guisa? Le hemos visto tres tardes ya y no, no es posible torear así, señor Perera. Ahora mismo basa su toreo en saber hasta dónde puede llegar su brazo, hasta dónde puede sacarse al toro.

Lógicamente, otra tarde que se atropelló. Perera se levantó, y ya vimos que daba por finalizada la faena cuando se metió encima del toro. Suele ser su epílogo. Más pases de alcayata a un toro que fue noble y toreable. Estocada infame, muy trasera –repito, no sabemos dónde va a llegar usted con el brazo–, casi en mitad de lomo, caída y atravesada. Cinco descabellos. Silencio, señor Perera, silencio a su labor. Luego resulta que la plaza de toros de Madrid es irrespetuosa, etc.

Cuarto de la tarde y Castella soñando con la Puerta Grande. No se pudo estirar en el capote. Ya se vio que el toro iba a arrear y así lo hizo en banderillas. Que se lo digan a José Chacón que no clavó ni a sobaquillo, ¡a la remanguillé! Inició Castella la faena en el estribo, luego los doblones y las trincherillas. El toro tenía menos fuerza que los anteriores, tomaba los tres primeros muletazos y se paraba. Dos series con la derecha y lo intentó con la izquierda, pero citando muy fuera y con el toro sin estar por la labor. Lo empeoró al volver a la derecha, esta vez embarcando con el pico y haciendo el péndulo para colocar al toro. Hay que ver lo mal y lo poco que “se están cruzando” los toros este año en la Feria. Así no se puede torear, ¿verdad? No hay más orejas porque “no se cruzan” los toros. Mató con el cornúpeta dando arreones en el 10. Pero al colocarse fuera, lógicamente la estocada cayó atravesada y, además, desprendida. Recado presidencial y silencio.

El Rey, entre José María Lorente y Fernando González Urbaneja Otra vez Perera... en el quinto, un toro manso y sin culata al que le tapaban los pitones altos y que cantó la gallina en la primera vara saliendo de naja, si bien aguantó en la segunda. Dobló manos un par de veces en sendos capotazos, piteó a placer y huyó a la querencia de toriles. Pero lo llamó el matador a terrenos del 10 y de allí lo sacó a los medios para empezar a torear con la derecha al hilo, con las zapatillas en paralelo y sin estrecharse en absoluto. Dos tandas más dándole salida hacia fuera. De entrada, él fuera y el toro, de salida, también. Y otra tanda más en la periferia. Lo intentó por naturales, inclinado, le delató la espalda allá donde pierde su nombre, sin erguirse. Y, de repente, el toro le dijo: “Mira, me arranco en una distancia algo más larga”. Y Perera contestó: “Mira, pues me voy a poner más en corto”. Y le pegó pases de un lado a otro según pasaba el bien armado. Y el toro dijo: “Pues para que hagas esto me voy”, y se fue a chiqueros. Desde el tendido 7, “le tiraron el petardo” a Perera. Se le había ido otro toro también “toreable”. Entró a matar de lejos y fuera de la suerte. La espada cayó en mitad del lomo y atravesada. Era su segundo sartenazo de la tarde. Pitos para su actuación.

Y cerró tarde Adame con su segundo toro, el manso y ensillado sexto que sólo buscaba tablas y callejón para volver al campo. El mexicano asentó las zapatillas en el tendido 6 y con su pequeña muleta –la mitad que la de Perera– inició el trasteo. Luego lo llamó desde los medios, algo más en la pala, y en la tercera tanda se le paró el toro, se le frenaba continuamente. Adame no se movió, allí pudo con él, tiró de recursos y se lo pasó por la espalda. Citó más cruzado y ligó y, al quedarse fuera en el tercer pase, de nuevo se lo volvió a pasar por la espalda. Seguía con el toro en los medios y ahora con la izquierda, pero su colocación no era la del pitón contrario y volvió a la derecha, entre las astas, aguantando, valiente, con ganas, luchador, con los talones fijos, buscando y encontrando recursos: otro pase por la espalda, un derechazo, un molinete, y el de pecho. Dos circulares invertidos –en Las Ventas no gustan y había dado Castella uno, alguien se lo habrá explicado ya– y el obligado. Pase a pase, había cruzado la plaza desde el tendido 6 hasta el 10, y allí lo recogió y lo pasaportó de media caída y atravesada. Pitos en el arrastre para el toro y palmas para un torero que confirmó la alternativa con mucho más que dignidad.

Palmas para Castella y Adame al cruzar el ruedo y pitos para Perera mientras se dirigían a encontrarse con el Rey Juan Carlos, que recibió a los tres matadores en la Sala Alcalá, situada en los bajos del tendido 9. Allí entregó el Trofeo Oreja de Oro como triunfador de la Corrida de la Prensa a Sebastián Castella.


J. Rivera

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