La sensación de que cada campaña electoral representa un retroceso para ejercer la labor informativa es general. Los medios, apiñados en lo que en el argot periodístico se llama el “corralito”, que suele ser minúsculo, no pueden ofrecer imágenes propias de televisión, sino únicamente las que facilitan los partidos, por lo que, según el sentir general, más que información se difunden “vídeos publicitarios” o “publirreportajes”.
Igualmente, los periodistas tienen un acceso nulo a los candidatos y no disponen prácticamente de tiempo para montar o desmontar sus equipos, a la vez que se encuentran con toda clase de limitaciones físicas y técnicas, de tal manera que la percepción más extendida es que podrían cubrirse mejor las campañas desde cualquier otro lugar con acceso a televisión, prensa e Internet.
En el encuentro participaron una quincena de periodistas de prensa escrita, radio, televisión y agencias.
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