De Antonio Fontán, de don Antonio, van a decir muchas cosas los diarios estos días. Su vida ha sido muy fecunda como para llenar páginas con fundamento y enseñanzas. En este apunte urgente, apresurado, entristecido, solo quiero referirme a su estrecha relación con esta casa, siempre generosa, siempre sin límite ni condición.
En el periodismo, Antonio ha sido sobresaliente, como en otros órdenes de su extensa e intensa vida política, académica y profesional. Sobre todo ha sido un amante sincero de la libertad, título nada fácil de alcanzar y de acreditar porque hay mucho falso militante de la libertad, mucho liberal de pacotilla.
Antonio Fontán quería a nuestra APM; creía en ella; incluso vigilaba para que quienes la encabezaran no cayeran en extravío. Ese amor por la casa se traducía también en entrega, en respuesta inmediata e incondicional a cuanto le pedíamos.
Hace unos años, cuando aún no había cumplido los ochenta, le pedí que se incorporara a la naciente Comisión Deontológica de la FAPE, la que hemos llamado Comisión de Quejas. Discutimos bastante sobre su naturaleza y papel. Como liberal sincero creía en la autorregulación profesional y más aún en la ética y estaba convencido de que periodismo sin ética no puede ser periodismo.
Aceptó formar parte de la Comisión sin una sola condición; propuso algunos de los nombres que luego se incorporaron a ella y aceptó presidirla de forma natural, porque era lo lógico.
Cuando cumplió 85 me pidió cita para decirme que a esa edad tenía que ir tocando retirada, que tenia que ceder responsabilidades y que debía ir pensando en otra persona para sustituirle. Le dije que podía ser más sencillo, que no cumpliera años, que se quedara en 84, que es una buena edad. No le pareció mal, “no se me había ocurrido”, me dijo. Y lo dejamos así. Cuando el lunes me dijeron que había reingresado en la Fundación con neumonía tuve un mal presentimiento. Desgraciadamente se ha cumplido. Antonio nos ha dejado, pero queda su mandato, su pasión por la libertad y también su compromiso con la APM, incondicional, generoso, sincero. Gracias maestro, gracias director, gracias don Antonio.
Fernando González Urbaneja
Presidente de la Asociación de la Prensa de Madrid
El jueves 14 de enero falleció en Madrid Antonio Fontán Pérez, a los 86 años de edad. Miembro de la Asociación de la Prensa de Madrid desde 1984, fue el primer presidente del Senado en democracia y en la actualidad presidía la Comisión de Quejas y Deontológía de la Federación de Asociaciones de Periodistas de España (FAPE). La capilla ardiente esta instalado en el Colegio Mayor Castilla (C/ Menéndez Pidal, 35), a partir de las 13 horas.
Según destaca el portal www.nuevarevista.net, del que era presidente y editor, fue un político monárquico y liberal. Formó parte del Consejo Privado del Conde de Barcelona y de la Comisión de Profesores del Príncipe Juan Carlos, actual Rey de España. Fue sucesivamente senador (1977-1979) y diputado (1979-1982) por el partido Unión de Centro Democrático (UCD). Presidente de Senado en la Legislatura Constituyente (77-79) y ministro de Administración Territorial (1979-1980).
Fue fundador y director de publicaciones periódicas (“La Actualidad Española” y “Nuestro Tiempo”) y del Instituto de Periodismo de la Universidad de Navarra, (hoy Facultad de Comunicación). Igualmente, dirigió el diario “Madrid” desde su renovación, en 1966, hasta que fue clausurado por el Gobierno en noviembre de 1971.
Fue miembro Honorario Vitalicio (“Honorary Life Member”) del International Press Institute (IPI). En Mayo de 2000, en la Asamblea del Instituto Internacional de Prensa, celebrada en Boston con ocasión de los 50 años de la fundación de dicho Instituto, fue el español elegido “Press Freedom Hero”, cargo que ostenta un solo periodista por país, entre los profesionales distinguidos en el ejercicio y defensa de la libertad de prensa en el mundo.
Ha sido presidente del Real Patronato de la Biblioteca Nacional desde 1997 hasta marzo de 2004, y en la actualidad es presidente y editor de “Nueva Revista de Política, Cultura y Arte”. Ha publicado una docena de libros de Filología Clásica y cuestiones políticas contemporáneas y un sin número de artículos en diarios y revistas dentro y fuera de España. Asímismo, fue profesor emérito de la Universidad Complutense de Madrid.
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