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Entrevista al Premio APM al Periodista Especializado en Madrid del Año

Nino Olmeda: 'Da la sensación de que cada medio es un gabinete de prensa de un partido concreto'

06/06/2017

11:32

Escrito por: Sergio J. Valera

La Asociación de la Prensa de Madrid ha reconocido su labor informativa con el Premio APM al Periodista Especializado en Madrid del Año.

Nino Olmeda. Fotos: Elena Hidalgo / APM

La Asociación de la Prensa de Madrid (APM) ha galardonado a Nino Olmeda, redactor de la agencia de noticias Servimedia y colaborador de Madridiario, con el Premio APM al Periodista Especializado en Madrid del Año, en reconocimiento de los 30 años que lleva informando sobre Madrid, en los que ha mostrado especial empeño en las reivindicaciones del colectivo de personas con discapacidad y en la lucha por la igualdad de todas las personas.

Olmeda nos recibe en la Asamblea de Madrid, donde “vivo casi permanente, porque es aquí donde están los políticos y consigo la información directamente de ellos”, con el saludo de “¿Qué pasa, tronco? ¡Estás en tu casa!”, ya de entrada con su “léxico distinto, de calle, de barrio”. Y es que Vallekas –con “k”, como reclama–, donde nació, creció y donde dirige Tele-K, imprime carácter. En la entrevista reivindica la información local y regional y el periodismo de antes, “sosegado, reflexionado y de calidad”, y le asquea el periodismo declarativo y los que usan el periodismo como un arma para apuntar a sus enemigos: “Un micrófono no puede ser una ‘pistola’”.

-¿Qué supone para usted ser reconocido con el Premio APM al Periodista Especializado en Madrid del Año?
Es un elemento de satisfacción y de agradecimiento. Este premio supone un reconocimiento a todos los periodistas que hacen información local y regional, quienes, por cierto, me regalaron la semana pasada un libro con dedicatorias firmadas por ellos, con frases que no he podido leer más de una página porque te dan ganas de llorar de emoción. No solo en el periodismo, en la vida en general, lo que más me gusta es que me quieran. Es una satisfacción porque soy una persona muy conocida por mi forma de moverme, desde la discapacidad, y por mi forma de hablar, con un léxico distinto, de calle, de barrio. De hecho, el tuit que más me ha gustado ha sido el del Padre Ángel: “Felicidades, Nino ‘Tronco’ Olmeda”.

-Dicen que no hay mejor escuela para la profesión periodística que la calle y el periodismo local, y ya lleva 30 años en la escuela de las calles madrileñas. Se sabrá todas las “lecciones”…
Este premio no es solo para mí. Es un homenaje que quiero hacer a todos los periodistas que hacen información local y regional, la cual reivindico. Desde hace 30 años, para mí, el periodismo local es una forma distinta de hacer periodismo, no un trampolín hacia otras secciones como Nacional o Internacional. Defiendo este periodismo como un elemento de transmisión de algo tan relevante como la política autonómica y regional. Aquí, en el Parlamento y en los Consejos de Gobierno, se deciden cosas muy importantes para la vida de seis millones y medio de ciudadanos.

Quiero reivindicar también el periodismo de cuando empecé a escribir. Era tranquilo, sosegado, reflexionado y de calidad. Hoy, evidentemente, como todo tiene que ver con un clic en un “Me gusta”, todo va excesivamente deprisa y corriendo. Parece ser que lo que más le interesa a la gente –creo que, en realidad, a los lectores no, sino a los dueños de los medios de comunicación– no es tanto el fondo, como la forma. Para mí, es mucho más importante el contenido, pero parece ser que hoy predomina el continente.

Nino Olmeda, durante la entrevista en la Asamblea de Madrid. Fotos: Elena Hidalgo / APM

-¿Los periodistas locales tienen mejores agendas?
Cuando uno es un buen profesional, las fuentes de información son las mismas con independencia del área donde trabajes. Creo que lo que sí hay es una mala consideración por parte de los directores. Mandan a becarios a hacer información local, además de explotarles, y también a gente que consideran que ha dejado de ser útil para el periodismo y quieren acabar con ella, porque ya ha cumplido 50 años o ha tenido problemas con la dirección.

-¿El peligro de la información local puede estar en una cercanía excesiva con las fuentes?
Evidentemente, es mayor la cercanía. En la Asamblea de Madrid no hay ningún tipo de protocolo. Y hace 10 o 20 años, era aún mayor. Veías pasar a Leguina o a Gallardón,  o a cualquier otro político o sindicalista, y era como si te lo encontrases en una taberna. En el Congreso hay excesivos protocolos para acercarte al político. En la Asamblea es muy fácil. Yo vivo casi permanente aquí, porque aquí es donde están los políticos y consigo la información directamente de ellos.

Y no es para mí ningún problema la cercanía, ya que no me acuesto con ninguna sigla ni ningún partido. Mi obligación es informar, y para eso tienes que tener una buena relación con el político. Y tienes que hacerte respetar. Porque un periodista que se hace respetar es un periodista que impone respeto a los demás. Siempre ha habido presiones entre la clase política y la clase periodística. Pero últimamente se han pasado los nuevos movimientos, al no tener una conciencia clara de qué es ser periodista, que no es el representante legal de su empresa, sino un trabajador que trabaja para vivir. No se puede señalar al periodista por el medio en que trabaja.

-Con el volumen de precariedad laboral que sufre la profesión periodística española, ¿se puede hacer periodismo de calidad?
Es muy difícil hacer periodismo de calidad porque, como en todas las profesiones, se necesitan una serie de condiciones: la primera, la estabilidad. Con sueldos precarios no puede haber trabajo de calidad.

Así, estamos tendiendo a algo que me da bastante asco, que es el periodismo declarativo. Y da la sensación de que cada medio es un gabinete de prensa de un partido concreto. Yo, que escribo en una agencia, dependiendo de a qué partido dé caña en un artículo, sé que va a entrar fijo en un medio u otro. Eso no puede ser periodismo. No estamos ni para alabar ni para loar el trabajo de los políticos. Estamos para vigilar lo que hacen. Para hablar bien de ellos, ya están sus gabinetes de prensa.

-Y, en cambio, proliferan las comparecencias sin opción a preguntar o repreguntar sobre sus afirmaciones. ¿Qué debemos hacer ante ello los periodistas?
Deberíamos negarnos a ir. A mí me parece una vergüenza. Ante una rueda de prensa en la que no hay posibilidad de cuestionar, deberíamos hacernos respetar y no ir. No podemos ser medios de transmisión de las ideas de los partidos.

Otra cosa que me da bastante asco y rabia: la pluma –ahora, el ordenador– es un instrumento para contar cosas. Hoy, para muchos, la pluma es una “pistola”. A mí me ha pasado hace poco tiempo en la Asamblea. No voy a decir el medio, porque no quiero meterme con nadie. Había un periodista tratando de provocar una reacción de un político en concreto de Podemos, y yo le llamé la atención diciéndole que en esta casa hay unas normas. Pues el payo me dijo que tenía un micrófono, señalándoselo. No te voy a decir lo que le respondí. Un micrófono no puede ser una “pistola”. El buen periodista, como el buen policía, investiga y busca fuentes. Solamente los malos periodistas y los malos policías sacan confesiones bajo tortura. En nuestro caso, sería con la amenaza de que tienes un micrófono o una pluma.

Nino Olmeda. Fotos: Elena Hidalgo / APM

-¿Pasa más tiempo en la Asamblea de Madrid que en la redacción de Servimedia?
Sí, mucho más. En general, no solo en el periodismo, me considero un lobo solitario, con manada, pero solitario. No me gustan las colectividades, me gusta ir a mi aire. Aunque aquí no me importa, pues estamos viviendo la información en directo.

-Por lo general, ¿están correctamente habilitadas para personas con discapacidad las zonas de periodistas en las ruedas de prensa, presentaciones y demás actos?
Lo único que pide una persona con discapacidad que ejerce esta profesión es tener accesibilidad. La Asamblea de Madrid es un ejemplo de accesibilidad. Aquí, estupendo; en cambio, ninguna de las sedes de los partidos es accesible. Lo más común es que te tenga que ayudar un escolta a subir. Y a mí no me sube en brazos ni mi padre. Yo quiero tener lo que dice la ley: tener accesibilidad igual que el resto de las personas. Si tú tienes unas escaleras, yo quiero tener una rampa.

-¿Cómo afecta a un periodista agenciero la irrupción de las redes sociales en el terreno de la inmediatez, que habitualmente lideraba las agencias?
Me trae sin cuidado. Soy una rara avis: no tengo Twitter, ni lo pienso tener. Quiero comunicarme con los ciudadanos y con los políticos como siempre, en ruedas de prensa, con notas de prensa o llamadas personales. Lo que no puede ser es que las ocurrencias y los caprichos de los políticos los anuncien en las redes sociales a las doce, a la una de la madrugada o cuando les viene bien.

La inmediatez no lleva a ningún sitio: vamos a acabar con el periodismo, y nos vamos alejando cada vez más de los lectores, de los oyentes y de los televidentes. Creo que el periodismo está en peligro.

-¿Qué le aporta profesionalmente Tele-K?
Tele-K es regresar a mi patria. Mi patria es Vallekas con “k”. Es donde he nacido, crecido, he estado con mis padres, he ido al colegio y donde vivíamos en una situación bastante deprimente. Vallecas para mí es casi todo. Tele-K es una forma de colaborar y ayudar a los vallecanos y de estar en el día a día de mi barrio. Agradezco que me hayan dado la posibilidad de estar al frente. Seguimos reconociéndonos como una emisora de izquierdas, pero plural. Esta no es la emisora de Pablo Iglesias, es la emisora de la izquierda de Vallecas.

-Vallecas imprime carácter. ¿Se nota en sus trabajos?
Totalmente. Ha sido mi gran escuela. No me gustan las banderas ni las patrias. Pero si tuviese que hablar de una bandera, esa sería la “k” de Vallekas.

-Dice el periodista Santiago Aparicio que usted es incluso mejor persona que periodista. ¿Llevaba razón Kapuscinski con aquello de que hay que ser buena persona para ser periodista?
Yo creo que sí. Creo que es fundamental. En la Asamblea no hay odios ni envidias, aquí nos ayudamos y trabajamos unos con otros. Según te enrolles con la gente, así recibes. Como he dicho antes, me ha gustado siempre mucho que me quieran, y creo que los periodistas me quieren mucho. Me gusta recibir a cada periodista que viene aquí, ayudarle, enseñarle, estar detrás de él y abrirle todas las puertas para que no tenga miedo a preguntar ni a nada.

Con la bondad se te abren muchas puertas. Para mí, la chulería, la soberbia, la prepotencia y el micrófono como “pistola” no es periodismo. Eso es gansterismo. Estoy convencido de que los periodistas podemos ser buenos, de que tenemos que aprender de los demás y de que no podemos discriminar a nadie por ser como es.


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