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Juan Pablo Colmenarejo Pérez

La vida ejemplar del periodista Juan Pablo Colmenarejo

Necrológica sobre el exdirectivo de la APM y Premio APM al Mejor Periodista del Año 2011 escrita por el periodista Félix Madero.

Juan Pablo Colmenarejo. Foto: Telemadrid

Hay quien considera equivocadas a las personas que se muestran testaduras. La testarudez tiene hoy mala prensa entre nosotros. No faltan los que rechazan a estas personas que presuponen aburridas, incómodas y, por lo tanto, inconvenientes. Con gente así no se triunfa. Con tipos de este jaez es difícil escalar posiciones, y menos tener tranquilos a los amos que ponen y quitan periodistas en las radios y los periódicos. Son muchos los que creen que son unos maleducados aquellos que han hecho bandera de la obstinación.

Juan Pablo Colmenarejo era eso precisamente, un testarudo de libro, una persona porfiada, y lo era en lo tocante a los principios que sustentaban su profesión: contar noticias ciertas afecten a quien afecten, facilitar las opiniones honestas -no me gusta emplear en estos tiempos las palabras independencia o imparcialidad- de aquellos que se situaban enfrente de las suyas. No sé qué era antes: si un demócrata o un periodista. Quizá sea imposible desligar una y otra condición, tan difíciles de conseguir y ejercer en un sentido pleno.

Nos conocimos en 1992, en aquella COPE que, en lo informativo, engrandecieron apellidos como Javier González Ferrari, Fernando Ónega, Julián Barriga, Manuel Antonio Rico, Alejo García, Fermín Bocos, José Joaquín Rico, Iriarte…

Ha sido en los últimos cuatro años cuando nuestra relación ha sido intensa y felizmente coincidente en los buenos y los malos momentos. En los buenos, todos tenemos normas de comportamiento adecuadas. En los malos, muchos rehúyen la pelea. Muy poca gente hoy da la batalla cuando lo que media son los principios. Pues bien, Juan Pablo fue un periodista que luchó como un lobo hambriento por su libertad. A veces, cuando veía cómo se enfrentaba a los que le mandaban, salía de su interior una especie de vocación suicida en la que le dejaban de importar el dinero o su posición destacada dentro de una parrilla radiofónica. Era así de claro: miren, señores directores, estos son mis principios, y si no les gustan, sepan que no tengo otros.

Y por eso nunca se dejó utilizar. Por eso jamás apoyó guerras políticas que no eran las de un periodista. Y por eso resultó tantas veces incómodo a sus jefes: porque era un periodista. Un verdadero periodista que nunca admitió matices en la profesión que eligió.

Querido Félix, me decía, contamos noticias. Habrá quien crea que es sencillo; y, sin embargo, qué difícil es buscarlas en estos tiempos, qué complicado poderlas contar con la verdad inmensa, descarnada e incómoda que Juan Pablo buscó. Su vida de periodista ha sido ejemplar. Su ejemplo no es otro que mostrarnos a los demás lo difícil que es ser lo que decimos que somos. Sí, Juan Pablo, sí, qué difícil es ser lo que tú has sido: un verdadero periodista.

Félix Madero
25 de febrero de 2022

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