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Sonsoles San Román Pina

Fallece Sonsoles San Román

Sonsoles San Román

Se nos fue Sonso, Sonsoles San Román Pina en toda su extensión, y se nos fue casi sin darnos tiempo para preparar su ausencia. Había cumplido 79 años poco antes de morir el 3 de diciembre pasado, con proyectos por completar, porque Sonso continuó su actividad vital en muchos sentidos tras prejubilarse en 2002 y dejar atrás 34 años de trabajo profesional en TVE.

Sonso, que estudió en la Escuela Oficial de Periodismo, empezó en 1968, en el Gabinete de Comunicación donde se redactaba un boletín semanal con el avance de la programación de la Primera y la Segunda Cadena (el UHF, le llamábamos entonces a este, hoy La 2), que se distribuía en las distintas secciones de TVE y se enviaba a un centenar de periódicos de la Editorial Católica y de la Prensa del Movimiento.

Pero aquello era periodismo “escrito”, y Sonso, curiosa siempre, en cuanto vio una cámara, se fue tras ella. Dejó el gabinete y se puso a trabajar en Vamos a la mesa, uno de los programas que dirigía Maruja Callaved, un programa de gastronomía pionero de los que después, con distintos nombres, en canales privados y en públicos, no ha dejado de emitirse.

Sonsoles San Román, en sus inicios como periodista

En el 74, se incorpora a Informativos, al equipo de los Telediarios del fin de semana. Fue una etapa corta, a la que siguió 7D (Siete días), que dirigía Pedro Macía y presentaba Isabel Tenaille. Más interesada en los temas sociales y culturales que en los de actualidad, a principios de los 80, cuando los servicios informativos se trasladaron a la nueva sede de Torrespaña, Sonso prefirió seguir trabajando en Prado, en programas que la acercaban más a la gente de la calle, a esa que nunca sale en televisión salvo que sea protagonista de alguna desgracia.

Y así pasó por Pista Libre, que dirigía Paco Climent, dirigido hacia adolescentes, o Dentro de un orden, un título que huele a rancio, pero en el que se tocaban asuntos como el fraude fiscal, la responsabilidad de los médicos o la mujer en el código penal español.

Hacia 1991, Sonsoles hinchó velas y dirigió series documentales, propuestas suyas, como Parejas, Adolescentes o Adultos. En todos ellos, el empeño de Sonsoles fue poner en la pantalla gente de la calle, problemas vivos, opiniones y vivencias “de los que salen poco en la tele”.

A estas series le siguió Testigo directo, en el que se mostraban deportes de riesgo, secretos masones o el salario de trabajos altamente peligrosos. Y con expedientes de regulación de empleo a la vista, Sonso terminó su quehacer en TVE con La Mandrágora, que dirigía el gran Félix Romeo, una revista cultural amplia en la que dio a conocer músicos vanguardistas y le permitía estar cerca del mundo cultural que tanto disfrutó.

Sonsoles San Román, preparando una entrevista

Despistadísima, pero jamás perdida, activa, eficaz y cariñosa, se apuntó a todas las causas justas: fue miembro de la candidatura oficiosa de Comisiones Obreras en las elecciones sindicales del 75 y siempre echó una mano en las reivindicaciones feministas, en las de la sanidad y la escuela públicas. Colaboró durante muchos años con la gente de Entreculturas para enseñar a los inmigrantes lo que hiciera falta: nuestro idioma, historia, matemáticas o hacer un currículum. Era, en sí misma, una ONG. Además de preparar y dar sus clases, lo mismo ayudaba a buscar trabajo, acompañar al médico, cuidar niños o ancianos, realizar trámites o hacer la compra a cualquiera que la pudiera necesitar. Ir con ella por las calles de Majadahonda servía para comprobar la cantidad de gente que la saludaba llena de gratitud, fruto del enorme afecto que Sonso desparramó en su derredor.

De familia numerosísima, de Ávila, no entendía la vida sin su familia y sus muchos y grandes amigos, con quienes compartió viajes, comidas, paseos y tertulias, y que ahora no entienden, no entendemos, la vida sin ella, porque la echamos en falta en la calle, en el teléfono, en el cine o escuchando flamenco.

Incomprensiblemente, aquel corazón tan amoroso generó en su interior un tumor extraño, impetuoso y lleno de malas prisas. Y aún nos estamos reponiendo del estacazo. Su generosidad la sobrevive, pues donó su cuerpo a la ciencia.

Jaime Martínez y Begoña Portero
Compañeros de profesión y amigos de la familia
15 de enero de 2024