Malén Aznárez
Se marchó serena y sin miedo, porque, como recordaba su amiga Rosa Montero en su despedida, el pasado 1 de agosto, la valentía era uno de sus rasgos de carácter más notables. Malén Aznárez, fallecida el 30 de julio de 2017 en Madrid, a los 73 años de edad, fue una periodista fundamental durante la Transición, una histórica del diario El País y una destacada defensora de la libertad de información como presidenta de Reporteros Sin Fronteras España.
Dedicó su vida entera a ese Periodismo que se puede escribir con mayúsculas: desafiante, crítico, riguroso, energético, necesario y capaz de ser la savia de las sociedades democráticas. Y lo hizo con los muchos talentos que poseía: inteligencia, firmeza, capacidad de trabajo, sentido de la justicia, humanidad y, sobre todo, amor incondicional por la profesión.
Nacida en Santander en 1943, Aznárez fue un miembro clave de esa generación de excepcionales mujeres periodistas que conquistaron las redacciones españolas durante la Transición y que hoy siguen trabajando en puestos relevantes en los medios españoles, como referentes de igualdad, dedicación y profesionalidad.
Estudió en la Escuela Oficial de Periodismo y obtuvo su licenciatura en 1972. Había empezado a trabajar como reportera el año anterior, en el madrileño diario Arriba, y, durante la década los 70, colaboró con las revistas Posible y Cuadernos para el Diálogo. Fue la primera mujer en dirigir un grupo de prensa en España, los 26 diarios de Medios de Comunicación del Estado, entre 1982 y 1984, durante la etapa de privatización del primer Gobierno socialista.
Le encargaron desmantelar una prensa estatal que ya no servía para la joven democracia. “En tres años logró la cuadratura del círculo: cerrar lo que había que cerrar, vender lo que debía venderse, no dejar a ningún trabajador en la calle, dejar colocada a España en la órbita de los países con prensa libre y todo ello sin que hubiera que dirimir prácticamente ningún caso ante los tribunales”, relata la vicepresidenta de RSF España, Macu de la Cruz, en su despedida a la que fuera su presidenta, jefa y, sobre todo, amiga.
En 1984 se incorporó a Radio Nacional de España como coordinadora general adjunta a la dirección y después dirigió los Servicios Informativos de la cadena estatal hasta 1986, convirtiéndose en la primera mujer que ocupaba dicho cargo. En 1987 fue jefa de información de la revista El Globo, hasta el cierre de este medio.
Llegó en 1988 al diario El País, en el que trabajó durante 20 años. Entre otros cargos, fue redactora jefa de Sociedad de 1989 a 1997, Defensora del Lector entre 2003 y 2005 y, en sus últimos años en el periódico, realizó entrevistas y reportajes para de El País Semanal. Tras su jubilación, siguió vinculada al diario como profesora de la Escuela de Periodismo de El País, hasta 2014.
Aznárez fue nombrada vicepresidenta de la junta directiva de Reporteros Sin Fronteras España en 2008, en sustitución de su amiga y compañera en El País Soledad Gallego-Díaz. Llegaba con enormes ganas de trabajar y la entonces presidenta de RSF España, María Dolores Masana, le encomendó dos tareas a las que se entregó por entero, y que, bajo su dirección, cobrarían una enorme importancia entre las actividades de la organización: la gestión del Informe Anual y la coordinación de la campaña de apoyo a periodistas encarcelados.
En 2011 se convirtió en presidenta de RSF España y, desde entonces, la organización multiplicó sus actividades. La inmensa capacidad de trabajo de Aznárez fue el motor de una intensa etapa de difusión de información, respaldo a periodistas en dificultades, asistencia a reporteros independientes y denuncia de las amenazas a la libertad de prensa en España y en el mundo. La oposición frontal a la Ley Mordaza, la independencia de los medios públicos, las dificultades de los periodistas freelance o la liberación de los reporteros españoles secuestrados fueron algunos de los asuntos que más la preocupaban y a los que mayor atención dedicaba.
Aznárez conformó y dirigió el equipo de voluntarios que cada año redactan el Informe Anual de la organización, cuya presentación, cada mes de febrero, se ha convertido en un acontecimiento mediático de primera magnitud.
La campaña de apoyo a periodistas encarcelados de RSF España cobró un nuevo brillo bajo su presidencia. Este programa de apadrinamientos a través de relevantes periodistas españoles ha logrado mantener vivas las causas y sacar de la cárcel a muchos periodistas, blogueros y activistas presos en todo el mundo por defender la información libre. La propia Malén Aznárez era madrina del periodista sueco-eritreo Dawit Isaak, encarcelado en Eritrea desde 2001 y del que nada se sabe desde entonces. Nunca dejó pasar una ocasión para pronunciar su nombre y pedir su libertad.
Apenas comenzaba a recuperarse de la pérdida de su esposo, fallecido en agosto de 2016, cuando empezó a acusar vértigos y molestias que le impedían hacer vida normal. En abril le fue diagnosticado un tumor cerebral del que fue operada semanas después. No se llegó a restablecer tras la intervención.
La enfermedad la había apartado en los últimos meses de la militancia en primera línea. El pasado 3 de mayo, Día Mundial de la Libertad de Prensa, no pudo estar en el acto en la Casa de América de Madrid, una conmemoración a la que tanto ella como Macu de la Cruz dedicaban meses de esfuerzo cada año.
Con Malén Aznárez, la defensa el periodismo libre y de los periodistas en todo el mundo han tenido a la abogada más cualificada, ferviente y tenaz. Reporteros Sin Fronteras le debe a Aznárez horas y horas de infatigable trabajo y una extraordinaria labor que ha sido el motor de una época de actividad intensa, en que la entidad ha multiplicado su proyección y el alcance de su misión.
Durante su larguísima y relevante carrera profesional se cruzó con lo mejor del periodismo español. Todo el mundo la conocía, cientos de personas habían trabajado con ella, coincidido en viajes, en redacciones, en mesas redondas, en la escuela de El País... Podía llamar a jefes de informativos, presentadoras de primera fila, cargos públicos, actores, escritores y columnistas reconocidísimos y pedirles que la acompañaran en la elaboración y presentación de los informes, en las celebraciones del 3 de mayo, en apoyo a un colega encarcelado, a un refugiado, o en una firma a una carta. Con tesón, convicción y una permanente sonrisa, lograba respaldos y adhesiones para la causa de la libertad de información.
En la ceremonia de despedida del 1 de agosto, sus amigos más íntimos, familiares y colaboradores destacaron que, más que nada, perdíamos a una gran persona: con una envidiable capacidad de gestión y liderazgo, con un carácter valiente y decidido, de amplísima cultura y, por encima de todo, de inmensa calidad humana, sensible al sufrimiento ajeno y con el don de restaurar la confianza de aquellos que la necesitaban.
Decenas de personas han firmado en el Libro de Condolencias virtual que Reporteros Sin Fronteras abrió tras su muerte, que recoge mensajes de todas partes del mundo, de compañeros del presente y del pasado, familiares, amigos y muchos particulares a los que, sin conocerla en persona, les había admirado su trabajo.
Malén Aznárez deja un vacío tremendo en una causa justa. Pero también un legado sobresaliente y una huella indeleble. En el Periodismo, en la libertad de información y en la vida de todos los que la acompañamos.
Malena Mangas
Jefa de prensa de Reporteros Sin Fronteras
5 de septiembre de 2017