Fundada en 1895

Enrique Domínguez Millán

Setenta y nueve años de periodismo activo

Decir adiós a un padre va más allá del sufrimiento ante su ausencia, del vacío que deja no poder compartir los recuerdos de toda una vida. Sin embargo, me gustaría acercar a los compañeros de profesión la imagen de mi padre, que, con 93 años, escribía sus colaboraciones con la misma ilusión e ímpetu que en su juventud. Llevaba 79 años dedicado a su gran pasión, el periodismo.

Aquel niño de la Guerra Civil, nacido en Cuenca, había estudiado con becas, simultaneando las clases con sus colaboraciones en radio desde los 15 años, siendo nombrado a los 17 años locutor de Radio Nacional de España en Cuenca, algo verdaderamente único. Cuando llegó a Madrid en 1946 para cursar sus estudios universitarios de Derecho y de Periodismo, continuó con su trabajo en la radio, su gran pasión. A lo largo de su carrera profesional, ejerció el periodismo en radio, televisión y prensa escrita y obtuvo los grandes premios de la profesión: dos veces Premio Nacional de Radiodifusión y Televisión, Micrófono de Oro de la Agrupación Nacional de Radiotelevisión, Premio Ondas, Antena de Oro por dos veces…, a los que hay que añadir numerosos premios en prensa escrita, como el Premio Internacional Unicef de Periodismo, el Ciudad de Cuenca, el Tormo de Oro, etc. También tuvo tiempo para la docencia como director de Estudios de la Estación Escuela de Radio Juventud, donde se formaron grandes profesionales de la radiodifusión.

Decía Enrique que “el tiempo corre como un soplo de viento en el desierto”, pero me gustaría pediros que hicierais vuestras las palabras de Cicerón: “La vida de los muertos es el recuerdo de los vivos”. En vidas tan longevas, las nuevas generaciones corren el peligro de desconocer el mérito y las obras de aquellos que les traspasaron la antorcha de la profesión. Mi padre fue un pionero, un creador de espacios radiofónicos y televisivos, cuyos formatos todavía hoy se siguen realizando. Él los creó y recreó, les dio forma, los dirigió, escribió sus guiones, prestó su voz y triunfó con ellos, abriendo numerosos caminos. Permitidme que recuerde alguna de sus creaciones. Cuando en 1958 se incorpora a Televisión Española, consigue realizar un ambicioso plan de divulgación de la novelística española contemporánea a través de adaptaciones para ser emitidas en capítulos semanales. Nace así el serial televisivo o novela en serie que constituiría un pilar básico de la televisión y que tanta aceptación sigue teniendo en nuestros días. Solo voy a citar algunos títulos que llevó a la pequeña pantalla: “La sombra del ciprés es alargada”, de Miguel Delibes; “Los cipreses creen en Dios”, de José María Gironella; “Mariana Rebull” y “El viudo Ríus”, de Ignacio Agustí. Por esta labor se le concedió en 1961 -año de su creación y primera convocatoria- el Premio Nacional de Radiodifusión y Televisión en la modalidad de Televisión.

Su compromiso creativo se manifestó de igual manera en Radio Nacional, con títulos tan novedosos en su tiempo como “Escenario Radiofónico” (adaptación de obras teatrales y propias), “La Novela del Lunes” (adaptación de novelas), “Yo soy” (biografías), “Enigmas” (antecedente de Cuarto Milenio) y “Antologías de Viva Voz”, desarrollando su labor de crítico literario, etc. Por el título “El Zoo de la Fama” recibe por segunda vez el Premio Nacional de Radiodifusión y Televisión, en la modalidad de Radio (1966).

Si la difusión de la cultura por las ondas fue para él una prioridad, también lo fueron sus posibilidades pedagógicas, al crear y poner en marcha un Plan Radiofónico de Extensión Cultural que dio lugar al Bachillerato Radiofónico, antecedente directo de la actual Universidad a Distancia (UNED). Labor pedagógica que se extiende a Televisión Española en los programas “Televisión Escolar” y “Aula TV”. Por su prestigio como guionista de programas culturales y educativos, dirigió el programa concurso “Cesta y Puntos” (siete años en pantalla) y “Subasta de Triunfos” (tres años en pantalla).

Desde que en 1967 gana, con el número uno, las primeras oposiciones para periodistas titulados de Radio Nacional de España, participa en la creación de espacios como “24 Horas”, “España a las 8”, “Diario Hablado Cultural”, y dirige el “Diario Hablado” de las 14:30 horas, el más importante del día. También crea y realiza programas como “Ateneo”; “Artes y Letras”; “España en la Memoria”, programa concurso absolutamente novedoso; “Tren de Radio 1” (dos veces Medalla de Plata el Mérito Turístico), precedente de “Españoles por el Mundo”, y “España en la Distancia”, programa concurso de Radio Exterior, con el que se jubila en 1992, tras 50 años de actividad ininterrumpida en la Radiodifusión Española.

Todavía tuvo 29 años más para seguir colaborando en la prensa y en la radio. Hasta unos meses antes de su fallecimiento, mantuvo su colaboración semanal en Onda Cero y en “La Tribuna” de Cuenca. Precisamente, están a punto de salir tres volúmenes recogiendo sus reportajes en “La Tribuna”, con el título “Vivencias y Confidencias”.

Ciertamente, admiro a mi padre por su legado como profesional de mass media, pero el periodismo no fue su única pasión. Su otra gran pasión fue la poesía, una pasión que llevó a su vida privada al casarse con Acacia Uceta, mi madre, reconocida poeta y escritora. Durante 51 años, fueron esposos y compañeros intelectuales tanto en Madrid como en Cuenca. Recorrieron juntos medio mundo y cada uno publicó numerosos libros e impartieron múltiples conferencias.

Consciente de la necesidad de defender la profesión y la cultura, perteneció a la Federación de Asociaciones de Periodistas de España (FAPE) desde 1951 y a la Asociación de la Prensa de Madrid (APM) desde 1969. Fundó y fue el primer director de la Real Academia Conquense de Artes y Letras, de la que seguía siendo académico activo. Fue secretario y miembro de la Federación Española de Periodistas y Escritores de Turismo (FEPET) y de la Federación Internacional (FIJET). Perteneció a la Asociación Colegial de Escritores de España y fue académico numerario de la Academia de la Hispanidad. A su amada tierra dedicó numerosos estudios históricos y fundó y fue primer presidente de la Asociación Castellano-Manchega de Escritores de Turismo y vicepresidente de la Asociación de Escritores de Castilla-La Mancha.

Trabajador incansable, creativo y profundamente culto, no dejó de ser un hombre accesible y cercano de Cuenca. Durante sus últimos 20 años de vida, tuve el privilegio de cuidarle. Murió en su hogar, con los suyos, sin una sola queja, con la serenidad de haber tenido una existencia plena.

Acacia Domínguez Uceta, miembro de la APM
28 de mayo de 2021