Fundada en 1895

Octavio Aparicio Muñoz

Adiós a Octavio Aparicio Muñoz, un profesional con la sonrisa siempre presente

El periodista Octavio Aparicio Muñoz (Rafelguaraf, 1925) falleció el pasado 3 de marzo en Madrid. Amante del periodismo, de la buena información y sobre todo de su familia, compuesta de forma especial por su mujer, Mari Carmen, y sus siete hijos, que le acompañaron en los últimos momentos de su vida. Deja un grupo grande y unido de familiares y descendientes, así como una trayectoria en medios de comunicación que conviene destacar y tener muy presente en estos tiempos en los que el periodismo camina hacia un rumbo por determinar en muchas ocasiones.

Todo empezó dentro de la segunda promoción de la Escuela de Periodismo en Madrid, en la que aprendió el oficio y, gracias a ello, retornó a Valencia para dedicarse primero a los gabinetes de prensa y, después, al “Diario Levante” y a “Las Provincias”. Inició aquí, en los años 40 del siglo XX, su trayectoria  profesional en una época muy complicada para una España que salía de la Guerra Civil, en la que la información tenía que ser muy cuidadosa y pensando siempre en el bienestar de una sociedad que vivía una posguerra con miedo a no tener que volver a vivir pesadillas pasadas. Allí trabajó la noticia local y regional, buscando siempre sacar lo mejor de su querida Valencia.

El tiempo le volvió a llevar a Madrid, cumpliendo así el sueño de cualquier joven de la época de trasladarse a la capital. Tuvo sus primeras experiencias madrileñas simultaneando los gabinetes de prensa del Ministerio de Vivienda y de Trabajo. Después, logró dar el salto al Grupo Sarpe, en el que trabajó, junto con su inseparable José María Marco Cecilia, dirigiendo diferentes publicaciones del grupo.

Posteriormente, pasó a Radio Nacional de España (RNE), donde coincidió con su hermano José Ramón Aparicio Muñoz, también periodista y director de RNE durante muchos años en Madrid y San Sebastián. Allí pasó a formar parte del medio radiofónico más importante de España, viviendo la información al momento, con la adrenalina que supone cada última hora.

Precisamente en la radio, acompañado de su íntimo amigo José Antonio Rosa, vivió uno de los momentos más importantes de su trayectoria profesional, que siempre contaba a sus nietos, como fue el atentando en la cafetería California 47 el 26 de mayo de 1979. Ese día se encontró con la noticia en plena guardia y le tocó ponerse manos a la obra para ir informando al detalle con el máximo cuidado para no excederse en las noticias que al respecto iba dando Radio Nacional de España. A Rosa le tocó estar en los micrófonos mientras Octavio contrastaba y verificaba en la redacción las diferentes informaciones que llegaban. El propio Octavio siempre reconocía con orgullo la “afectuosa felicitación que nos dio al día siguiente la dirección tanto a José Antonio como a mí por el buen trabajo realizado”.

Esta y otras experiencias demuestran que Octavio se ha despedido de este mundo con la satisfacción del deber cumplido, tanto personal como profesionalmente. Hay que recordarle y reconocerle siempre el esfuerzo personal que ha tenido que realizar para conseguir todos sus propósitos, ya que por desgracia un grave problema auditivo le impedía oír bien. De ahí que tuviera que esforzarse más que los demás por entender toda la información que recibía para trabajarla después. Pero sobre todo lo más importante de Octavio era que todos esos esfuerzos los hacía siempre con una sonrisa y tratando a todos los que había a su lado con ese cariño inmenso que mostraba en los efusivos abrazos que daba cuando saludaba.

Por todo ello, Octavio se marcha, pero su recuerdo siempre permanecerá presente.

Buen viaje, compañero,

Carlos Fernández
7 de mayo de 2018