Fundada en 1895

José Pérez-Guerra Sánchez

José Pérez-Guerra Sánchez. Cortelazor, 28 de noviembre de 1928 - Madrid, 24 de agosto de 2022

Retrato de José Pérez-Guerra realizado por Álvaro Delgado

Siempre tengo la imagen de mi padre escribiendo en el salón de casa, en una gran mesa redonda de mármol verde, en pantalones cortos y una camiseta blanca de tirantes. Debía ser verano, pero no me acuerdo, y estaba rodeado de papeles por todas partes. Escribía con dos dedos, pero con una rapidez inusitada. Me maravillaba su capacidad de concentración.

José Perez-Guerra fue un periodista toda su vida literalmente. Su pasión fue escribir, y lo estuvo haciendo hasta hace unos meses, con 93 años a sus espaldas. Pero también fue un creador de proyectos, empezando por la revista Tharsis, allá por el 65, especializada en temas de filatelia y numismática, hasta El Punto de las Artes, su última gran proyecto, que estuvo 23 años informando semanalmente del mundo del arte y la cultura.

En medio está su etapa económica. Colaboró con el periódico de información económica 3E, pionero en su especialidad, publicado entre finales del 65 y mediados del 67. Utilizó el seudónimo José Pérez de Azor y escribía sobre navegación y pesca. Mientras, estaba trabajando para el Banco de Bilbao (pluriempleo), donde organizó su primer Gabinete de Prensa, embrión de su futura Dirección de Comunicación.

Formó parte de la plantilla del Informaciones (el último periódico vespertino), donde editaba un suplemento con páginas amarillas de información económica, que se encartaba en el periódico semanalmente (creo que los martes). En 1978, junto a otros cinco socios funda Cinco Días, ahora decano entre los medios económicos. Cuando salió el primer número, después de un montón de pruebas, fue todo un acontecimiento social. Mi padre envió ejemplares a muchos empresarios y banqueros.

En un aparte me confesó: “Tengo dinero para el número de mañana, y otro más”. Al día siguiente llamó por teléfono a unos cuantos presidentes de bancos: “¿Te ha gustado?”. Por supuesto, todos se deshicieron en elogios por la iniciativa. “¿Y por qué no suscribes a tus sucursales? Los directores tendrán una herramienta muy buena para su trabajo”. Aquel día se hicieron 10 o 12.000 suscripciones y el periódico echó a andar.

A finales de 1985, vende su participación en Cinco Días y funda El Punto de las Artes, que sale a la calle el 14 de abril de 1986. Esta fue una aventura distinta, de madurez. Volvió a retomar su pasión por las artes, en particular por la pintura y la escultura, la historia y el patrimonio español, y lo volcó en el periódico, que desde el principio fue su aventura personal. El escribía gran parte del periódico. Tenía la habilidad de pasarse por un montón de exposiciones casi todos los días. Cultivó a muchos artistas consagrados y a otros, que comenzaban, los ayudó en su carrera.

Creó los Geriones, premios a personas y empresas que se habían destacado en el año. La entrega de los Geriones pasó a ser un acontecimiento social, donde se reunían artistas, galeristas, políticos, historiadores, empresarios y personas con intereses en el mundo del arte. Sin embargo, Pepe, como le llamaban sus amigos, no era aficionado a los focos y siempre prefería estar entre bambalinas.

Pero las buenas cosas también tienen fin. Llegó la crisis de 2008 y la publicidad comenzó a flojear. El periódico no tenía músculo financiero y tomamos la decisión de cerrarlo. Mi padre, ya con 80 años, recibió la noticia con estoicismo. Mi hermano y yo estábamos muy preocupados porque el periódico era su vida y pensamos que podría afectarle gravemente. A media mañana del día que anunciamos el cierre, mi padre se fue casa después de hablar con toda la gente del periódico. Decidimos no dejarle solo, y a la hora de comer estábamos en casa. Encontramos a mi padre rodeado de papeles y preparando un nuevo proyecto... un “cronicón” de la historia de España vista por un periodista.

Esa capacidad de reinventarse hizo que poco después comenzase a editar Infoenpunto, un portal web que era el heredero de El Punto de las Artes. Esta ha sido la tarea que se impuso mi padre, y que ha estado haciendo en los últimos 13 años, hasta que ya no pudo, en la Semana Santa de este año. Se levantaba todos los días con la idea de escribir, opinar e informar, y seguía la actualidad puntualmente.

Nació en Cortelazor, un pueblo de la Sierra de Aracena en Huelva, el 28 de noviembre de 1928. Estudió en Huelva y en Sevilla. En los años 50, mi padre “emigró” a Cataluña para trabajar en el entonces Banco de Bilbao. En Barcelona le esperaba su hermano Fidel, acompañado de algunos amigos. Al bajar del tren vio una morena muy guapa, con una melena espectacular y le preguntó: “¿Tienes novio?”. “No”, dijo ella. “Pues no busques más, porque yo voy a casarme contigo”. Eso fue el encuentro con Margarita, mi madre. Ella tenía previsto emigrar a Canadá, donde estaban sus hermanos, pero no fue así. Por cierto, el primer regalo que le hizo a mi madre fue una manta. Sin comentarios.

En 1961, la familia se trasladó a Madrid y mi padre completó sus estudios en la antigua Escuela de Periodismo. A partir de entonces, combinó su trabajo en el banco con sus labores periodísticas. Dentro del banco fue trasladado para ejercer acciones de comunicación, hasta la creación del Gabinete de Prensa. Era un apasionado de la historia de España y de su trabajo.

Nunca tuvo un reloj de pulsera, pero sabía decirte la hora con una precisión envidiable. No sabía conducir. Nunca tuvo carné, ni le interesó. En la zapatería dejaba los zapatos viejos y se llevaba los nuevos. En uno de los veranos que me quedé con él, siempre íbamos a comer al mismo restaurante. En cuanto le veían llegar le ponían su plato. Siempre la misma comida. Nunca le he oído palabras malsonantes, aparte del “¡coño!” de su tierra, cuyo acento nunca perdió del todo.

Era generoso y honesto. Un par de anécdotas, entre muchas. En El Punto siguió pagando el sueldo de una colaboradora que tuvo una grave enfermedad hasta que se recuperó, casi dos años después. O a un escultor, amigo suyo, que se acababa de separar y estaba muy desesperado porque se había quedado literalmente en la calle, le encargó dibujos (que no se necesitaban), pagándolos muy generosamente. Si veía la necesidad y podía, intentaba arreglarla.

En la Semana Santa de este año tuvo una recaída. A partir de entonces, no pudo valerse por sí mismo. Ya no podía escribir ni hacer su vida, como había hecho hasta entonces. El 22 de agosto fue ingresado con insuficiencia respiratoria grave, de la cual no pudo recuperarse. Falleció plácidamente la madrugada del día 24, en Madrid. Sus cenizas ahora reposan junto a las de su amada Margarita en la Sierra de Guadarrama.

Jaime Pérez-Guerra
5 de octubre de 2022