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José Gómez Figueroa

José Gómez Figueroa

José Gómez Figueroa nace en un pequeño y humilde pueblo de la provincia de Zamora (Moreruela de Tábara) y comienza sus estudios en el seminario de Astorga. Estudia latín, humanidades, griego y gramática española, entre otras, y allí, surge su pasión por la poesía y el periodismo.

Estudió con pasión y admiración a los clásicos, Virgilio, Horacio, Ovidio, a los que siempre se refería cómo “a los que hay que leer…”. Participó activamente desde el primer curso en las veladas literario-musicales del seminario de Astorga, en donde brotaron sus versos claros, limpios y, en ocasiones, melancólicos de sus orígenes zamoranos. Podemos decir claramente, que allí, surgió el poeta.

Se traslada a Madrid donde estudia en la escuela de periodismo, es becado por el diario “Informaciones”  y quien era su director, D. Víctor de la Serna.

Ha desarrollado prácticamente todas las especialidades profesionales en diversos diarios de Madrid. Fue considerado uno de los mejores reporteros de los años 60 y 70 por sus crónicas frescas, claras y fáciles de leer, aunque en el fondo, cargadas de  poesía.  Crítico teatral, taurino, reportero ansioso por contar e informar de manera objetiva y curiosa, todo lo que veía y todo lo que le asombraba.

Recibió numerosos premios periodísticos como el "Villa de Madrid" en dos ocasiones, así como la "Medalla a la poesía 1989". otorgada por la Asociación de Escritores y Artistas Españoles.

Fue jefe de prensa de Campsa, jefe de prensa del Ministerio de Obras Públicas en tiempo de Silva Muñoz y jefe de los servicios informativos del Ministerio de Hacienda.

Culmina como periodista siendo director de la “Hoja del Lunes” de Madrid, y en ese periodo se transformó el periódico: introduce dinamismo y temática nueva, al tiempo que incorpora a escritores y periodistas de todas las ideas y tendencias. Fue socio de Honor como miembro de la Asociación de la Prensa de Madrid.

Tras jubilarse, se traslada  con su esposa “LOLI” a Torreguadiaro, un pueblecito de la provincia de Cádiz, en el campo de Gibraltar, en donde siguió escribiendo activamente y colaborando en periódicos de la zona.

Escribe desde su Andalucía querida y, como él comentaba en muchas ocasiones, con “el sol, el mar, la luz y las estrellas a su lado…”, sin olvidarse de los campos zamoranos, del encinar, el trigo y la cebada.

Tiene cinco hijos, siete nietos, una biznieta y otra en camino. Aunque estamos  tristes y  echando de menos su alegría y vitalidad, que siempre generosamente mostró hasta el último día, en el fondo nos ha dejado llenos de poesía, de luz, de brisa, de vilanos al viento y trigos dorados, de llanuras castellanas, Mediterráneo y estrellas en sus constelaciones que con tanta pasión y humildad nos enseñó a todos sus hijos y nietos…

A la entrada del pequeño cementerio de Guadiaro, frente al Mediterráneo, está este poema:

Estaba solo, pensando
en la inmensa soledad.
De un lado tenía el monte,
del otro tenía el mar.
Hacía ya mucho tiempo no me paraba a pensar
que una tarde así, tan clara,
sería la eternidad.
Me gustaría que el día
que me lleven a enterrar
de un lado quedara el monte
y del otro lado, el mar.

Y en el cementerio de Guadiaro será enterrado en la intimidad familiar, cuando las circunstancias actuales lo permitan.

Descansa en paz, papá,

José Joaquín Gómez Barrios, en nombre de su familia
26 de marzo de 2020