Jesús Martín Tapias
Se sentía afortunado de ser periodista. Amaba esta profesión. La disfrutaba… Jesús Martín trabajó en televisión, radio, prensa en papel y digital. Fue redactor, reportero, jefe de área, redactor jefe, enviado especial y corresponsal. Papeles que desempeñó de forma ejemplar y con gran profesionalidad.
Fue en Antena 3 TV donde ejerció el grueso de su carrera centrado en la información internacional, otra de sus pasiones. La Guerra del Golfo fue su bautismo de fuego. Luego, pasó por Bosnia, Oriente Próximo, Irak… Jesús decía que había estado en la guerra de forma colateral. Pero conocía muy bien lo que suponía para quienes las sufrían. No era de contar batallas, pero recordaba con cariño coberturas como las primeras elecciones que ganó Nelson Mandela en Sudáfrica tras el apartheid o el histórico acuerdo de paz en el Ulster, que coincidió con el nacimiento de su segunda hija cuando era corresponsal en Londres.
Cubrió numerosas cumbres, procesos electorales… En los últimos 30 años, presenció acontecimientos que han hecho historia. Hace unos meses, él mismo recordaba en una crónica que fue testigo de la conmoción que los terroristas consiguieron sembrar en los atentados de Nueva York, Madrid y Londres: “Pasé una temporada en Nueva York como corresponsal interino poco después de los atentados de 2001 y raro era el día que no saltaba alguna sospecha o aviso de ataque por parte de Al Qaeda. En una sociedad atemorizada, como aquella, era muy fácil continuar sembrando el miedo”.
Fue allí, en Nueva York, donde gracias a nuestro compañero Ricardo Ortega, nos hicimos más amigos. Un mes después del 11-S, Ricardo, entonces corresponsal de Antena 3 TV en Nueva York, se fue a cubrir la guerra contra los talibán en Afganistán, un territorio que conocía bien. A nosotros nos tocó sustituirle, vivir en su casa, trabajar en su oficina…
Recuerdo la noche que Jesús llegó a Manhattan y nos fuimos directamente a la zona cero. Habían pasado varias semanas desde los atentados y la zona seguía acordonada. Un camión gigante sacaba una enorme viga completamente retorcida. Quedamos impactados. Jesús me dijo que ahí, en ese momento, se había dado cuenta de que se abría un nuevo capítulo de la historia del mundo.
Gracias a ese viaje comenzó también una complicidad y un cariño especial con Ricardo. Su muerte en Haití fue un golpe durísimo. Antena 3 TV envió a Jesús hasta Puerto Príncipe con el objetivo de grabar imágenes para homenajear a nuestro compañero, y Jesús volvió con un documental titulado “Ricardo Ortega, muerte de un reportero”. El reportaje destapaba un dato revelador: la bala que acabó con la vida de Ricardo procedía del arma de un soldado norteamericano que pasaba por allí. El reportaje premiado en el prestigioso Festival de Biarritz destacó, según el jurado, por el rigor con el que se había realizado la investigación. Jesús era así: impecable en su trabajo.
Mientras intentábamos que se esclarecieran de forma oficial las circunstancias de la muerte de Ricardo, pensamos que la mejor forma de hacerle un homenaje era preservar su trabajo para generaciones futuras en un libro. Gracias a esta casa, la Asociación de la Prensa de Madrid, y su entonces presidente, Fernando González Urbaneja, vio la luz “Ricardo Ortega. Salgo para Haití”.
Durante los meses que estuvimos trabajando en el libro, aprendí mucho de Jesús. Y no solo en lo profesional. Como dice Miguela, su esposa, “me tuvo a sus pechos” en los inicios de Antena 3. Descubrí que era un compañero generoso y un amigo fiel.
Tras Antena 3 TV, vino Radio Nacional de España, Televisión Española, La Sexta, El Plural… Está de más decir que Jesús supo adaptarse al estilo, los formatos y las necesidades de cada trabajo. En Radio Nacional fue subdirector de Informativos, en Televisión Española trabajó como coordinador del programa “+Gente” y en el programa del Gran Wyoming ejerció de redactor. También fue profesor universitario y formador en comunicación audiovisual en “El Mundo”. Este último año y medio ha sido colaborador en El Plural. Míguela dice que ha sido una de sus formas de hacer frente a la enfermedad y cuenta cómo aprovechaba sus largas horas de hospital para escribir sus artículos sobre los temas del mundo. No paraba de escribir.
Cuando le comunicaron que tenía cáncer de colon, decidió que quería plantarle cara. Pensó que sería buena idea apoyarse en su experiencia como corredor de maratón y plantearse que le tocaba correr una carrera de fondo en la que tendría que superar numerosos obstáculos. Decidió establecer un paralelismo entre el maratón y su carrera para vencer al cáncer. El resultado es un libro: “Mi maratón contra el cáncer”, que pretende servir de ayuda para otros enfermos y sus familias. No solo cuenta su experiencia personal, sino todo lo que aprendió tras investigar sobre el tema y hablar con otros deportistas que han padecido la enfermedad. Pero lo más importante para Jesús era que el libro pone sobre la mesa su principal descubrimiento: el 90% de los casos de cáncer de colon se pueden evitar con una prueba que cuesta muy poco dinero. Una prueba que solo se realiza de forma preventiva en cuatro comunidades españolas. Pero Jesús no ha podido presentar su libro. Se ha ido demasiado pronto.
Apenas se permitió unas lágrimas el día que le informaron que después de todo el esfuerzo, le quedaba poco tiempo. Asumió con dignidad lo que le tocaba y planeó cómo iba a pasar sus últimos días. Se despidió de todos los que le queríamos y dijo todo lo que sentía que tenía que decir. Como dice su hija Lucía, “cerró el círculo”. Se marchó como vivió: sereno, valiente, discreto... Fue un ejemplo hasta el final.
Corina Miranda
6 de noviembre de 2017