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Germán Sánchez Pérez

Muere Germán Sánchez, las luces largas del periodismo

El periodista Germán Sánchez, de RNE, ha fallecido. Sus trabajos sobre la reciente historia de España son la mejor contribución para saber lo que nos pasa, que decía Ortega.

Joseph Medill, que fue director fundador del “Tribune” de Chicago, dio en una ocasión la fórmula para dirigir un buen diario: “Pues bien, dad noticias”. Germán Sánchez, que acaba de fallecer a los 67 años, nunca dio noticias, pero hizo el mejor periodismo posible. Aquel que explica las cosas, que las razona y que las muestra con la crudeza de la verdad a partir de hechos históricos.

No es poca cosa en un mundo en el que la materia prima del periodismo –la información– se ha degradado por exceso de noticias banales y hasta ridículas, y que no sirven ya ni para envolver el bocadillo de mañana, que decían los viejos periodistas cuando un joven y aguerrido plumilla presumía de una exclusiva. Tan efímera como irrelevante.

Sus encuentros con el general Giáp, el legendario militar norvietnamita que derrotó a Francia y EE. UU. en batallas increíbles, y de los que dio cuenta este periódico [El Confidencial]; sus análisis de la Transición, entrevistando a los hombres clave de un periodo transcendental, o sus aportaciones históricas en busca de la verdad sobre lo que sucedió con Andrés Nin o la familia Mercader, son hoy un homenaje al mejor periodismo. Ese que hace de “Documentos de RNE” o de “Españoles en el exterior” programas imprescindibles para quien quiera entender lo que nos pasa, que decía Ortega. Y que hoy se pueden escuchar en la emisora pública.

La pasión de Germán Sánchez, sin embargo, era el cine, pero también la política, ya desde aquellos años gloriosos de la Facultad de Ciencias de la Información de los años 70, en los que multitudinarias asambleas anticipaban que el cambio político era inminente y, desde luego, posible.

No era fácil tener un discurso político coherente y constructivo en aquellos días de salvaje libertad en los que muchos estudiantes comprendieron que la modernidad era luchar contra el dictador. Y mucho más difícil era no dejarse llevar por la fácil demagogia de revolucionarios de salón y verborrea inocua. Probablemente, porque Germán Sánchez –militante del PCE– era la persona que mejor escuchaba y la que mejor entendía que, sin conocer la posición del otro, la política es un disparate.

En tiempos en los que todo el mundo habla y habla sin parar, escuchar, de hecho, sigue siendo el mejor tributo al mejor periodismo. Y Germán Sánchez escuchaba, y mucho, pero no para satisfacer su vanidad, sino para entender por qué pasan las cosas.

Y fruto de ese esfuerzo son programas imprescindibles sobre Santiago Carrillo (“Santiago Carrillo, del puño cerrado a la mano tendida”), premiado con el Ondas. O la historia real del Guernica de Picasso narrada para la radio con la pasión del arqueólogo en busca de un tesoro. O “Julián Grimau: el último fusilado de la guerra civil”, que cuenta cómo fue aquel proceso en el que se juzgó al dirigente comunista por presuntos crímenes, acaecidos en la retaguardia de Barcelona, cuando era miembro de los servicios policiales de la República. Aquel programa emitió por primera vez en una radio española la voz de Julián Grimau.

Y es que la política sin memoria no tiene sentido. Es, de hecho, una estafa. Pero no para remover sectariamente viejas rencillas ideológicas, sino para hacer un buen diagnóstico de la realidad. Y los documentos sonoros de Germán Sánchez siguen siendo la mejor manera de entender lo que nos pasa. Su último trabajo, un documental sobre el hijo de Ramón J. Sender, aún no estrenado, va en esa línea.

Germán Sánchez (Vigo, 1951) falleció el 8 de septiembre en Madrid a los 67 años.


Carlos Sánchez /El Confidencial

Publicado originariamente en El Confidencial
9 de septiembre de 2018

* Pie de foto: Germán Sánchez en India (foto cedida) / El Confidencial