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Francisco Ruiz Antón

Muere Francisco Ruiz Antón, la sonrisa de Google

Fallece Fran Ruiz Antón, Director Public Policy and Goverment Relations de Google para España y Portugal

Francisco Ruiz Antón. Foto: Arabapress/Patxi Corral

Hasta hace poco tiempo, el buscador de Google tenía la opción de búsqueda "I'm feeling lucky" ("me siento afortunado"). Así se sentía Fran Ruiz Antón en su trabajo como Director Public Policy and Goverment Relations de Google para España y Portugal. Pero lo cierto es que siempre se sintió afortunado por poder dedicarse a su vocación profesional, que tenía muy clara: la comunicación y las relaciones institucionales.

La realidad de ser el mayor de diez hermanos, no le desanimó para cumplir su deseo de estudiar en la Facultad de Comunicación de la Universidad de Navarra. Allí se trasladó desde su Granada natal, trabajando por las noches para costearse los estudios. Fueron años de estudio, de sueños y de hacer muchos amigos y amigas, que le acompañarían siempre.

Comenzó su profesión en medios de distintas ciudades andaluzas: Granada, Málaga, Córdoba. Aunque no era amigo de etiquetas ni carteles, compartía con sus amigos y compañeros su vocación de numerario del Opus Dei y su dedicación a la formación cristiana de personas de todos los ambientes.

A comienzos de los dos mil se trasladó a Madrid, convencido por quien siempre consideró su maestro, Juan Pablo de Villanueva, para comenzar un nuevo proyecto: La Gaceta de los Negocios. Durante esos años formó un equipo de jóvenes periodistas con los que ha seguido manteniendo la amistad hasta el final. Eran "la mejor redacción de España", porque donde estaba Fran siempre era mejor sitio. Eso sí, era el más exigente con todo y con todos. Especialmente consigo mismo, también para pedir perdón cuando se equivocaba, o su carácter granaíno se imponía.

Tras la muerte de Villanueva, cerró su etapa en los medios para comenzar una brillante carrera en la comunicación y las relaciones institucionales. Una de las directivas más influyentes de España, Bárbara Navarro, fue la primera en descubrirlo y le fichó para el departamento de Policy, que Google estaba formando en España. Eran dos caracteres fuertes pero, juntos, situaron a España como referencia internacional en la compañía. Y, como siempre pasaba con Fran, de su trabajo surgió una amistad duradera, que continúa cuando Navarro se marcha a la conquista del sudeste asiático y Fran la sustituye.

La multinacional americana tuvo en Fran al mejor embajador de su compromiso con España. Trabajó infatigablemente por traer a España nuevas inversiones, nuevas oportunidades para un país castigado por la crisis económica y el desempleo. Por eso, una de las iniciativas de las que se sintió más orgulloso fue "Actívate", un programa para formar a los jóvenes desempleados en las nuevas tecnologías. Con los años, serán decenas de miles los que se formen en ese programa. También impulsó con Ayuda en Acción, el programa "Genios", para superar la brecha social y tecnológica de los niños y jóvenes menos favorecidos.

Mujeres del ámbito rural, personas con adicciones, asociaciones de discapacitados y otros colectivos más necesitados recibirán el apoyo de la multinacional americana de la mano de Fran. Pero no lo hizo solo. Compartió proyectos con la Casa Real, los gobiernos de distinto signo político, las administraciones autonómicas y locales, las patronales y los sindicatos, el Museo Del Prado, la Real Academia de la Historia...

Fran estaba abierto a todos, con una verdadera "diversity". Su agenda no se cierra a nadie y muchos de esos contactos se convierten en amigos y amigas para siempre. En su mesa de trabajo tenía una cita de San Josemaría Escrivá como programa: "Hemos de conducirnos de tal manera, que los demás puedan decir al vernos: éste es cristiano, porque no odia, porque sabe comprender, porque no es fanático, porque está por encima de los instintos, porque es sacrificado, porque manifiesta sentimientos de paz, porque ama".

Fran siempre afrontaba el siguiente reto para superarlo, adelantando tiempo al tiempo. Quizá por eso ha llegado a la meta tan pronto, con 53 años. Pero ya había vivido más que la mayoría. Y, sobre todo, ha muerto como quería: rodeado del afecto del cariño de sus padres y hermanos, de su familia humana y espiritual, del aliento de cientos de amigos y de la atención de los profesionales de la Clínica Universidad de Navarra en Madrid, a los que agradeció siempre su profesionalidad y dedicación muy por encima del deber.


Álvaro Matud* / El Mundo

Publicado originariamente en El Mundo
8 de junio de 2020

*Álvaro Matud es codirector del Máster de Comunicación Corporativa e Institucional de la Universidad Carlos III de Madrid, Unidad Editorial y Cremades & Calvo-Sotelo.