Fundada en 1895

José Antonio Rodríguez Couceiro

En memoria de José Antonio Rodríguez Couceiro

Ha fallecido un gran agenciero, de esos que con una sola mirada a los hechos idean un lead que atrapa sin remedio al lector y le obliga a seguir leyendo hasta el cierre de la noticia. Llegado al final, sin aliento, asombrado ante la facilidad con la que el periodista le ha seducido, el lector se pregunta cómo es posible que en unos simples párrafos de tres-cuatro líneas se condense tanta emoción y se refleje de forma tan precisa lo que el periodista está viendo.

Ha fallecido José Antonio Rodríguez Couceiro, uno de los periodistas que contribuyeron a que EFE se convirtiera, contra todo pronóstico, en la primera agencia de noticias en América Latina y la quinta del mundo, en uno de los sectores más competitivos que existen. Porque en las agencias se compite por la inmediatez y ganar unos segundos a las rivales en una información exclusiva, además de un orgullo profesional, es subir muchos peldaños en prestigio y credibilidad.

Periodista de una época en la que los hechos se verificaban y contrastaban cuantas veces fuera necesario y el único ruido que acompañaba a la información era el de los teletipos escupiendo noticias sin parar.

Los amigos siempre le llamamos Couceiro, un apellido sonoro y consistente que con el paso de los años se asoció a periodismo de calidad, de alta orfebrería profesional, de ese que solo suscita seguridades. “Si lo ha escrito Couceiro, va a misa”, solía comentarse en la redacción central cuando el editor dudaba ante una noticia “caliente”, es decir, de las que solo había conseguido José Antonio adelantándose a la competencia.

Si el periodismo es considerado su primer borrador, la historia le debe a Couceiro buena parte de los capítulos más trascendentales del libro sobre la América Latina que conoció, investigó, pateó y amó durante más de tres décadas, desde su primer destino en México, en 1968, hasta el último en Argentina, de 1993 a 1999. De hecho, no se entendería la pujanza que llegó a alcanzar EFE en Latinoamérica sin la aportación de Couceiro y de tantos otros periodistas que desafiaron el monopolio de las estadounidenses AP y UPI. Parecía una hazaña imposible, pero el éxito fue memorable.

La lista de acontecimientos noticiosos que le tocó vivir a este gallego de Loureiro bien podían cumplir los sueños de cualquier periodista: la “guerra del fútbol” entre Honduras y El Salvador, que cubrió al lado de Ryszard Kapuscinski, el Chile de Allende y Pinochet, la Argentina de Perón y de los militares golpistas, el México de la matanza de Tlatelolco y el terremoto de 1985, el Brasil del Gobierno militar. Le tocó vivir y contar una América Latina convulsa, de golpes de Estado, de dictadores militares, de guerrillas, de matanzas, de desaparecidos, de guerras de fronteras, de paraísos soñados y de infiernos materializados.

Tenía 83 años de edad. Se lo ha llevado la COVID-19. Y esta muerte sí es la definitiva, porque a Couceiro ya le “mataron” en 1969 cuando intentaba entrar en Honduras en la mencionada “guerra del fútbol”. Una noticia no verificada comunicó su fallecimiento cuando cruzaba un río entre México, donde estaba destinado, y Honduras. Su compañero Zoilo G. Martínez de la Vega, otro de los grandes constructores de la EFE latinoamericana, cubría la guerra desde El Salvador y leyó la terrible noticia en los medios locales. Llamó a México y su sorpresa fue mayúscula cuando la esposa de Couceiro, Vicky, le comunicó que acababa de hablar con su marido y que estaba perfectamente. El dolor de Zoilo se transformó en alegría por su compañero “resucitado”.

En su libro La guerra del fútbol, Kapucinsky rememora un viaje al frente con Couceiro en un avión destartalado, que chirriaba y crujía y con el viento colándose por los muchos boquetes del aparato: “Lo más importante –me grita a voz en cuello Antonio Rodríguez, de EFE, en un intento de hacerse oír a pesar del rugir de los motores y el ruido del viento- es que sigan funcionando los motores: ¡Ay, madre mía, que sigan funcionando!”.

Militares esperan en los alrededores de Tlatelolco el 2 de octubre de 1968. Foto: EFE

A su regreso a México, Couceiro vivió otros momentos dramáticos en la plaza de las Tres Culturas de Tlatelolco cuando el 2 de octubre de 1968 cubrió en directo una manifestación de estudiantes que fue reprimida a tiros por tropas del ejército, en vísperas de los Juegos Olímpicos, con el resultado de decenas de muertos y más de 100 heridos.

Padre de seis hijos, cinco de ellos nacidos en países latinoamericanos, uno de ellos fallecido cuando era delegado en Buenos Aires, este agenciero de raza pagó en más de una ocasión su acérrimo apego a la independencia informativa frente a los Gobiernos de los países donde estaba destinado.

De México se vio obligado a salir porque el Gobierno lo declaró “persona non grata”, debido a sus contactos con la oposición de izquierdas. Y en su etapa argentina, fue detenido en el aeropuerto de Buenos Aires por los militares golpistas cuando llevaba unos documentos de archivo de un amigo periodista exiliado. Pasó en prisión tres días y Francisco R. Figueroa, otro de los forjadores del prestigio de EFE en Latinoamérica, me cuenta que fue una intervención del rey Juan Carlos la que facilitó su puesta en libertad.

De sus primicias destacan la noticia del golpe del general Augusto Pinochet contra Salvador Allende y la del levantamiento militar que derrocó en 1976 a María Estela Martínez de Perón. En su etapa de delegado de EFE en México, la agencia logró difundir la primera información que salía al exterior del terremoto que el 19 de septiembre de 1985 devastó la capital y mató a entre 3.000 y 20.000 personas.

En sus estancias en la central, breves como corresponde a quien lleva en la sangre la pasión por el periodismo de “andar y contar”, el lema de Manuel Chaves Nogales, dirigió Internacional en dos ocasiones y, en una, el departamento de Mercado Exterior.

Su trayectoria en EFE fue quebrada de forma traumática por un ERE que barrió de un plumazo a toda una generación de periodistas que habían otorgado a la agencia un papel en el mundo muy superior al que tenía nuestro propio país. De hecho y durante muchos años, la Marca España tenía como referencia fundamental a EFE.

Asociado de honor de la Asociación de la Prensa de Madrid (APM), en la que ingresó en 1968, inscrito en el Registro de Periodistas de la FAPE con el carné 4653, la muerte le sobrevino cuando estaba haciendo las últimas revisiones de sus memorias. Recuerdos de un agenciero que nos enseñó a ejercer el periodismo con una mirada honesta y humilde, convencido de que las noticias veraces, verificadas, contrastadas y sujetas a normas éticas prestan un servicio esencial para que los ciudadanos tomen sus propias decisiones libremente. Gracias, Couceiro.


Nemesio Rodríguez

Vocal de la Junta Directiva de la APM y presidente de la FAPE