Fundada en 1895

Antonio Santamarina Hernández

Antonio Santamarina, maestro y amigo de periodistas

El pasado 30 de septiembre falleció, a los 78 años, Antonio Santamarina, que dedicó la mayor parte de su vida profesional a trabajar en el turno de noche del departamento de Nacional de la Agencia Efe y, posteriormente, dirigió La Tribuna de Salamanca. También trabajó en la delegación del diario La Razón en Castilla y León.

Antonio fue para los que nos incorporamos a Efe a finales de la década de los 80 y principios de los 90 un gran maestro del periodismo e, incluso, de la vida. En Efe no hizo otra cosa más que trabajar. Bueno, sí, hizo otra: ayudar a los demás y ser leal a sus compañeros y amigos. Si Santamarina hubiera sido futbolista, habría sido, sin duda, un mediocentro polivalente. Servía para todo en la antigua y añorada redacción de la calle Espronceda, para coger una crónica a alguien que acababa de presenciar un atentado, para tomar una decisión arriesgada o pararle los pies a un superior o al jefe de prensa de un ministerio. Siempre daba la cara y nunca se achantaba ante nada.

Si estabas en la calle en una cobertura y llamabas a la redacción y el teléfono te lo cogía él, podías estar tranquilo: no había problema alguno. Y más en aquellos años de atentados. La información saldría rápida e impecable. Cuando uno de los nuevos iba, él hacía un buen rato que ya estaba de vuelta. Se las sabía todas. Fue fundamental a la hora de que Efe diera en primicia la liberación del empresario Emiliano Revilla, el 30 de octubre de 1988, tras estar 249 días secuestrado por la banda terrorista ETA. Aprendí más aquella noche que a lo largo de cinco años en la facultad.

Antonio se licenció en Ciencias de la Información con 40 años y con un montón de matrículas de honor y luego dio clases en la Complutense como profesor asociado. Tenía mucho orgullo, del bueno, y no soportaba que otros en Efe murmurasen que no era licenciado. Por la mañana, era funcionario de la Seguridad Social; por la tarde, iba a la Ciudad Universitaria, y a las nueve de la noche, llegaba a Efe con su bocadillo envuelto en papel de plata debajo del brazo o con su bolsa con la cena. Bueno, siempre llegaba antes, porque a esa hora ya estaba sentado para lo que hiciera falta. Estudiaba por la noche y era un ejemplo para todos; para mí, por lo menos. Mi padre en esta profesión.

Sin embargo, lo mejor de Antonio no era su faceta de periodista, sino la de persona, compañero y amigo. Con poca gente me he reído tanto como con él. De hecho, cuando hacíamos juntos las guardias del fin de semana del turno de noche, yo prefería ir a trabajar con alguien que tenía 20 años más que yo que salir con mis amigos un sábado o un domingo. Memorables eran las cenas de los sábados en la redacción. Todavía le veo sacando el papel del rollo del teletipo para formar a su manera un peculiar mantel.

Como a tantos otros, le aplicaron uno de los ERE de Efe, el de comienzos de este siglo. No se quiso prejubilar ni jubilar ni nada que se le pareciera. Otra lección de casta. Se buscó la vida en Castilla y León, en La Razón y en La Tribuna de Salamanca. No se veía haciendo otra cosa. lo que había hecho toda su vida.

De Santamarina podría escribir un libro, o dos, sobre todo de sus anécdotas. La tarde del día que falleció perdimos unas cuantas horas en la redacción recordando, los que ahora somos los veteranos, sus historias, sus frases, su vida. Una que define cómo era es la siguiente: había hecho la mili en el Tercio de Regulares de Melilla. Cada 12 de Octubre, antes del desfile, se acercaba a donde se hallaban los militares y al primer soldado que encontraba le pedía que le trajera al oficial al mando. Una vez que este se acercaba y le saludaba, mi amigo le decía: "Antonio Santamarina, solo he trabajado en dos empresas en mi vida (algo exagerado): los regulares y la Agencia Efe. Puede descansar". Así, un año tras otro, pasaba revista a las tropas a su manera. Una prueba de su fidelidad con su juventud.

He dicho más arriba que si Antonio hubiera sido futbolista, lo habría hecho de mediocentro polivalente. Ese que siempre se te ofrece para que le pases el balón y mejorar la jugada. Bien, pues si yo hubiera sido entrenador, él siempre sería mi capitán.

Fernando Castán
Publicado el 8 de diciembre de 2022