Adiós a Luis de Lezama
Luis de Lezama me dijo un día que él no tenía ocho apellidos vascos: ¡tenía 16! Todo lo hacía a lo grande; y para celebrar su 80 cumpleaños, hace ocho años, invitó a todos los fieles de la parroquia de Montecarmelo a comer… en una finca del pueblo de Lezama en Euskadi. Viajamos en autocares fletados por el generoso y simpático cura. Junto a mí, viajó Pepe Oneto, amigo de don Luis, como muchos grandes periodistas.
Luis de Lezama fue muchas cosas. Durante un tiempo, él mismo se definía como tabernero, ya que fundó una cadena de restaurantes, con el nombre de Alabardero, que empezó en Madrid, siguió en Marbella y terminó en Washington.
Muchos de quienes trabajaban en las cocinas y salones de los restaurantes eran jóvenes que D. Luis había recogido prácticamente de la calle y había educado y adiestrado en el oficio de la hostelería.
D. Luis también fue periodista. Fue una de las personas que impulsó la creación de la COPE, donde ganó un Premio Ondas al mejor programa religioso por El rastro de Dios. Además, fue corresponsal y enviado especial: cubrió la Guerra de los Seis Días de Israel y la aparición de los supervivientes del accidente de los Andes en 1972, donde acudió enviado por la Agencia Efe.
Luis de Lezama era miembro de la Asociación de la Prensa de Madrid (APM) y presumía de ser siempre uno de los primeros en votar cuando se celebraban elecciones.
También escribió varios libros, entre los que destacan Historias y recetas de mi Taberna y El capitán de Arriluze.
Pero, a través de todos sus restaurantes, trabajos periodísticos y obras literarias, siempre queda reflejada su condición de sacerdote.
Precisamente, durante los últimos 15 o 20 años de su vida, concentró su labor en la Iglesia. Pidió al arzobispo de Madrid una parroquia y se le asignó la de Montecarmelo, un barrio nuevo del norte de Madrid, donde no había iglesia. Tuvo que utilizar la ermita de Nuestra Señora de Valverde, perteneciente al barrio de Fuencarral, mientras se construía un templo hipermoderno bautizado con el nombre de Ntra. Sra. la Blanca. Al lado de la iglesia, D. Luis construyó un colegio que funciona con gran éxito como centro concertado.
Descanse en paz, don Luis de Lezama Barañano. El hueco que deja será imposible llenar.
Juan Caño
Miembro de la Junta Directiva de la Asociación de la Prensa de Madrid