Fundada en 1895

Adelaida Diéguez Sánchez (Aída)

Verinesa (provincia de Orense) de nacimiento, el 13 de febrero de 1933. Hija de D. Luis (médico de profesión y vocación) y de D.ª Dolores, ambos la influyeron en su carácter perfeccionista, nobleza y servicio a los demás y por los demás. Se crio en un ambiente, aunque “con posibles”, de gran exigencia, austeridad y buen y bien hacer. Alternó su juventud con estancias en Fraga, en casa de sus abuelos, y por ello se consideraba también fragatina de crecimiento. Pero lo que más le influyo fue su educación en Madrid, en un internado, de los duros, de esos de monjas que perseguían a las que no hacían caso y castigaban; donde además de leer correctamente, hablar el francés y algo de inglés, realizó el bachillerato y preparó la reválida, la cual la paso con mucho esfuerzo, pero sin problema. Y fueron esos años en que estuvo en Madrid estudiando, donde conviviendo con parte de su familia, se hizo madrileña de adopción.

Cuando murió su padre, la familia se trasladó a Madrid, al contacto y ayuda con esa familia que tanto se querían, porque en esa época una viuda con cuatro hijos y pocos medios necesitaba amparo y ella gracias a Dios la tuvo. Pero no estaba exenta de pegas y necesidades extras en una época de escasez, como era la postguerra en Madrid. Tuvo que ayudar a su madre en los trabajos de costura y confección, con el que se ganaban el salario mensual y la costura fue una de sus pasiones, adquiriendo gran conocimiento, porque en todo lo que se metía, ella procuraba saber los entresijos al máximo.

En Madrid ya, y dado al empuje de su madre y demás familiares, le recomendaron empezar una carrera y ella optó por derecho, pero lo dejó, pues no le llenaba sus expectativas de trabajo, y entonces empezó a trabajar en una empresa de comunicación (Pyresa, una agencia del Movimiento), como reportera y comentarista de moda, confección y todas esas cosas que en aquellos tiempos se decían que era “para las mujeres”; y lo hacía muy bien, pero su motivación y sus ganas de comunicar iban más allá.

En esta época conoció a su pareja, su marido, su gran Amor y compañero, Eusebio, del que se enamoró tan profundamente que, hasta después de su muerte, hablaba y le escribía notas que son encantadoras de leer y envidiables por llegar a tener ese sentimiento tan profundo ambos, porque por supuesto que fue correspondido. Era la pareja ideal, afectuosa, educada, generosos, entrañables, únicos e inolvidables.

Su amor por la profesión, ser periodista, fue su segundo amor en la vida, con un entusiasmo, con una dedicación y un altruismo digno de seguir y envidiar; investigar los temas hasta el último detalle. “Llegar al fondo de ellos y decir, escribir y comunicar la verdad” fue su lema, aunque en ocasiones fuera muy complicado o intentaran convencerla de otras cosas de más conveniencia en el momento; y sobre todo porque ser mujer. ¡Ay, esos tiempos tan duros para las mujeres (aunque todavía no han acabado)! Ella fue una eterna luchadora por los derechos nuestros, por poder estar en los lugares donde quisiéramos, para realizar la labor que quisiéramos, porque éramos y somos capaces de hacerlo, pero es que en los años 50, 60, 70,…. ¡Lo que tuvo que tragar! Pero lo tragó, aceptó y defendió hasta la saciedad lo que era de verdad, necesario y hacer valer el trabajo de una mujer, y gracias siempre a que tuvo al lado un gran hombre, un gran empuje y la verdad por bandera.

Fue en la Agencia EFE donde se desarrolló al máximo en su queridísima profesión que no abandonó en ningún momento y que, hasta sus últimos momentos, le gustaba practicar, analizar los temas económicos, de consumo, de sanidad, políticos,... Siempre estuvo al día y se interesó por el mundo que la rodeaba y por los intereses de los demás. Porque ella sabía cómo defenderse con la palabra, en el momento oportuno y a la persona o instancia adecuada. Nunca le importo el puesto, la categoría y o el reconocimiento que debían darle. Ella sabía que tenía el poder de la información y nunca la callaron, y es porque conocía muy bien el medio, lo que tenía que decir, en el momento que había que decirlo y la finalidad de la palabra.

D. E. P.

Sobrinos de Adelaida Diéguez
13 de marzo de 2025