Rafael Calduch: ‘La Facultad de Ciencias de la Información debería ser la base del gabinete de comunicación de la Complutense’

Catedrático en la Facultad de Ciencias de la Información, es candidato al rectorado de esta universidad en las próximas elecciones.

Los días 5 y 13 de mayo, en primera y segunda vuelta respectivamente, se celebran elecciones al rectorado de la Universidad Complutense de Madrid, la mayor universidad presencial de España. Los candidatos son Carlos Andradas, José Carrillo, Rafael Calduch, Dámaso López y Federico Morán. Uno de ellos imparte clases hace más de 30 años en la Facultad de Ciencias de la Información: Rafael Calduch, catedrático de Derecho Internacional Público y Relaciones Internacionales.

Nacido en Pedralba (Valencia) en 1952, Calduch es licenciado en Ciencias Políticas y Sociología, doctor en Ciencias Políticas y Económicas y diplomado en Altos Estudios Militares. Pretende “restaurar el buen gobierno” en la Complutense, que debe ser “participativo y necesita transparencia y, por tanto, un buen plan de comunicación”.

-¿Cuáles son los puntos fuertes de su candidatura?
Quiero cambiar el modelo de organización de la universidad pública Complutense. El que tenemos actualmente es un modelo en el que deciden unos pocos y el resto de la comunidad universitaria, que en nuestro caso son 82.000 estudiantes, 5.000 profesores y casi 3.500 trabajadores de Administración y Servicios, solo puede ejecutar [las decisiones]. Este modelo jerárquico centralizado es disfuncional. Pretendo descentralizar parte de las competencias de los rectores en favor de las facultades, institutos universitarios y grupos de investigación.

-¿Qué debería aportar principalmente su equipo rectoral?
La principal aportación de mi equipo es restaurar el buen gobierno de esta universidad, que tiene que ser participativo y necesita transparencia y, por tanto, un buen plan de comunicación, tanto hacia dentro como hacia fuera. Para ello, como tengo recogido en mi programa, recurriríamos a la Asociación de la Prensa de Madrid, entre otras instituciones, porque son profesionales.

Y sobre todo, debe restaurar la conciencia de pertenencia a una comunidad, y no como ahora, que se estimula el particularismo de cada facultad. La desvertebración de la Complutense es una de las principales causas de su declive, además de la economía.

- Se habla de que la Complutense tiene una deuda de unos 100 millones de euros. ¿Qué medidas económicas tiene previstas?
Lo primero que hay que hacer en sentarse a negociar con los acreedores, fundamentalmente con la Comunidad de Madrid, también con algunos ministerios, y pedir que se nos apliquen las mismas condiciones que la propia Comunidad va a tener este año en el fondo de liquidez autonómico: no pagar intereses por la deuda que se genere. Este año, el pago de intereses ha supuesto 1.900.000 euros.

Segundo, pedir una ampliación del plazo del pago, algo que también se está haciendo en el fondo de liquidez autonómico, de tal manera que no hipoteque la actividad científica puesta ya en marcha.

Tercero, y no menos importante, generar financiación complementaria: desde potenciar proyectos de investigación con retornos para la universidad hasta el patrocinio de iniciativas culturales, deportivas, etcétera.

-¿Considera que está politizada la Complutense: rectorado, elecciones, alumnado?
Claramente. No solo en el sentido partidista, también en el sentido de que se han establecido unos estándares de lo que debe ser políticamente correcto, y quien no los cumple paga el precio, aunque sea a costa de limitar la libertad intelectual, de investigación y, en definitiva, de cátedra.

-¿Ve acertado el denominado Decreto 3+2 (tres años de carrera y dos de máster)?
Esta universidad –singular, por su tamaño– no puede adaptarse al 3+2 más que con el paso de los años. A corto plazo, imposible. Pero lo previo es saber cuál de los dos modelos quiere esta comunidad universitaria, o una combinación de ambos, que también sería posible. No debe ser decisión del equipo rectoral.

El problema de este decreto es que es absolutamente incierto respecto de fijar un modelo único y unos plazos, y nos deja en un escenario de incertidumbre que obliga a cada universidad a decidir.

-¿A qué se debe la mínima participación (2 %) del alumnado en las elecciones a rector?
Creo que la principal causa es que el alumnado no se siente involucrado en la comunidad universitaria, ya que solo puede ejecutar lo que le mandan y no puede participar en las decisiones estratégicas. Es una organización excluyente.

-¿Qué cambios estimaría necesario implementar en la Facultad de Ciencias de la Información?
Falta capacidad proactiva, menos actitud reactiva, que se debe a los obstáculos que ponen desde el rectorado. Por ejemplo, la emisora de radio debería emitir ya en abierto.

Creo que esta facultad debería ser la base del gabinete de comunicación de la Complutense, convertido en el centro de coordinación de la información que se generase en todas las facultades. No debería ser el gabinete de comunicación del rectorado.

-Salen cada año más de 3.000 licenciados en Periodismo, además de otros 2.700 en Técnicas Audiovisuales. Con un mercado laboral tan saturado y con más de 12.000 puestos de trabajo eliminados durante la crisis del sector, ¿no le parecen excesivas estas cifras de licenciados? ¿No se puede hacer nada con esta cuestión?
Si te limitas al mercado nacional, sí son exageradas. Pero hoy el mercado es el mundo. Por tanto, lo que hay que hacer es prepararles para que puedan operar no solo en España, sino en el mercado internacional. Por ello, la Universidad debería apoyarles en ese proceso de inserción laboral en un mercado mundial, con convenios, acuerdos, etcétera. Eso requiere un cambio de mentalidad, no vale la del funcionario burócrata.

-Son muchas las voces que no consideran necesaria la carrera de Periodismo. ¿Qué les diría a los que opinan así?
Que están equivocados, así de sencillo.

-¿Y a los que se quejan de la falta de adecuación práctica al ejercicio actual de la profesión periodística?
Lo primero que tiene que aportar la Universidad es un conocimiento científico y categoría intelectual para interpretar la realidad. Segundo, aporta una cualificación técnico-profesional. Pero jamás, por muchas prácticas académicas que se impartan, podrá dar la experiencia que aporta la práctica profesional.

-Frente esa queja recurrente de carencia de clases prácticas, sin embargo, no son frecuentes los reclamos de una potenciación de las asignaturas de ética profesional.
Por eso decía que una interpretación demasiado pragmática de la Universidad hace que esta pierda su sentido.

-La Asociación de la Prensa de Madrid impulsa la campaña #gratisnotrabajo desde hace años. ¿Promoverá que la universidad no circule prácticas no remuneradas?
Si las prácticas académicas externas se hacen en la etapa del Grado, no pueden legalmente ser remuneradas. Otra cosa distinta es si las prácticas son para graduados, que se deben remunerar, naturalmente lo que estime la empresa, que debería reconocer la capacitación legal profesional y el rendimiento que supone para la propia institución. En este caso, ambas partes tienen que saber, tanto empresa como graduado, que como son prácticas de formación, aunque sea avanzada y especializada, no se puede generar una relación laboral.