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Informe de Reporteros Sin Fronteras

Periodistas españoles denuncian la intimidación y los malos tratos infligidos por autoridades turcas

19/10/2016

13:10

Escrito por: APM

Ante los testimonios de Beatriz Yubero, Natalia Sancha y Lluís Miquel Hurtado, Reporteros Sin Fronteras insta al Gobierno español a implicarse activamente en la protección y defensa de los periodistas españoles en Turquía.

El último informe de la sección española de Reporteros Sin Fronteras (RSF) pone de manifiesto las condiciones vejatorias y traumáticas a las que se enfrentan los periodistas, como Beatriz Yubero, Natalia Sancha y Lluís Miquel Hurtado, por ejercer su labor en Turquía, un país que se autodefine como democrático.

El pasado mes de agosto, la periodista Beatriz Yubero fue detenida y deportada de dicho país, no sin antes sufrir todo tipo de vejaciones, por las que, en la actualidad, tiene importantes secuelas psicológicas.

Beatriz Yubero. Foto tomada de Rsf-es.org.

Yubero se encontraba afincada, desde 2014 en Ankara, realizando su programa doctoral y ganándose la vida como profesora de español y colaborando para medios como “La Razón” o Bez.es. Sus planes se desbarataron con el intento de golpe de Estado el pasado mes de julio, cuando la periodista recibió una notificación en la que se le comunicaba la suspensión de su beca de estudios. A este hecho le siguió el registró de su domicilio sin orden judicial y, un día más tarde, su arresto, sin ninguna orden. RSF informa que en ningún momento se le permitió llamar a la Embajada española ni se le aclararon los motivos de su detención.

En un primer episodio, la periodista fue trasladada a una unidad antiterrorista situada en un pabellón deportivo en la capital turca. “Estuve todo el tiempo sofocada y llorando, sin entender qué ocurría, sin ningún contacto con el exterior, ninguna explicación y totalmente desubicada. Pedía un abogado y contactar con la Embajada, pero se me negó”, afirma Yubero. Tras el interrogatorio, los agentes antiterroristas trasladaron a la periodista a la policía de inmigración donde le dijeron que la orden de deportación “estaba firmada antes de todo lo acontecido y aun no teniendo cargos”. La periodista explica que, en ese momento, sufrió “un ataque de ansiedad, que derivó en ataque de asma: “La agente que peor me trató en el interrogatorio me arrastró hasta unas escaleras de incendios, mientras el personal de inmigración, de quien recibí un trato horroroso, le decían que no podía estar allí y que nadie podía ver eso”.

Entre en shock. Una enfermera me zarandeaba, mientras otra me sujetaba. Yo pedía una y otra vez mi medicación

Tras lo sucedido, la volvieron a trasladar al pabellón de antiterrorismo. Allí, Yubero continuó recibiendo malos tratos y vejaciones: “Entre en shock. Una enfermera me zarandeaba, mientras otra me sujetaba. Yo pedía una y otra vez mi medicación. Me obligaron a tomar una pastilla, era un sedante. Me quedé aturdida varias horas. La agente me increpaba y ordenaba que dejase de llorar o no harían nada por solucionar mi caso. Me trató como si no fuese una persona”, explica. Antes de ser deportada, finalmente, Yubero pudo ver al ministro consejero de la Embajada española en Ankara, Pablo Barbará, quien “intentó mediar, tranquilizarme, pero el trato que recibió fue también detestable. Tanto él como yo insistimos en hablar con un abogado, pero se nos negó”, añade.

“Todas mis pertenencias, mis objetos, mi casa, mi mascota, mi cuenta bancaria están en Turquía. Me quedan solo dos asignaturas para finalizar mi programa doctoral. Mi vida está en Turquía. Mi actividad laboral se ha visto totalmente interrumpida. No tengo ingreso alguno. El trauma que he vivido me ha llevado a medicarme para poder dormir y sigo sin tener ni un solo documento que demuestre lo que me ha pasado”, concluye Beatriz Yubero.

“El caso de Beatriz es intolerable”, señala Reporteros Sin Fronteras. “Es una muestra evidente de la indefensión en la que se encuentran los informadores en la Turquía de Erdogan, que se ha transformado en una enorme cárcel para los periodistas y en un agujero negro para la información”, denuncia Malén Aznárez, presidenta de RSF España.

Natalia Sancha. Foto tomada de Rsf-es.org.

Beatriz Yubero no es el único caso de deportación en Turquía en los últimos meses. Hace un año, en octubre de 2015, también sufrió una situación similar la periodista Natalia Sancha, colaboradora de “El País” en Oriente Medio. Fue retenida en el aeropuerto Sabiha Gökçen de Estambul, durante cerca 17 horas, simplemente por ser periodista e ir a zona kurda para visitar a unos amigos.

En el informe, Natalia Sancha denuncia que, durante su estancia en el aeropuerto, fue tratada con “un tono extremadamente hostil”. Al igual que Yubero, le fue negado cualquier contacto con la diplomacia española y le fueron confiscados todos sus bienes materiales, incluida la medicación. Hecho importante al tratarse de personas asmáticas. Cuenta que fue trasladada a una celda, donde la encerraron contra su voluntad durante 16 horas, antes de ser repatriada a Líbano, país donde reside habitualmente y cubre Oriente Medio.

En el momento de su repatriación, Sancha señala que pidió, sin éxito, “un documento que probase las acusaciones vertidas contra ella y justificase su deportación”. Antes de subir al avión, de todo lo que le requisaron, solo le devolvieron su dinero, su móvil y demás equipaje de mano. Natalia Sancha denuncia la pasividad diplomática española: “desafortunadamente, la Embajada española en Ankara no ha resultado ser de gran ayuda y su actuación puede ser calificada de deficiente”. En este sentido, Yubero también señala que tras dos meses desde que fuera deportada, tampoco tiene constancia, verbal o escrita, ni por parte de las autoridades turcas ni españolas, sobre el porqué de su brutal expulsión.

Lluís Miquel Hurtado, colaborador habitual de “El Mundo” en Turquía y también de medios como Ara o RAC1, va más allá en sus críticas a la capacidad de actuación de la Diplomacia española. “España, desde hace mucho tiempo, tiene poder comercial, pero no diplomático, y las embajadas se han transformado en delegaciones comerciales. El caso turco es un ejemplo claro: se lavan las manos y escurren el bulto”, afirma con contundencia, según recoge el informe de RSF.

La pasividad de la Diplomacia española parece ser una constante en las quejas de los periodistas que cubren un país tan peligroso para la libertad de información

Al igual que a Natalia Sancha, a Hurtado le aislaron en una sala del aeropuerto y le arrebataron el móvil. Tras “un interrogatorio bastante ridículo”, le registraron la maleta y, al cabo de 20 minutos, le dejaron irse. No es la primera vez que Hurtado tiene problemas con las autoridades turcas. En marzo de 2012, fue detenido en Diyarbakir por grabar el año nuevo kurdo y, en 2014, tuvo conocimiento de que le habían “pinchado” el teléfono tras leer en un periódico, afín al régimen presidencial, un artículo con una lista de 3.000 números de teléfonos “pinchados”. Lluís Miquel Hurtado denunció el “pinchazo” al Gobierno español y este, “no hizo nada. No quiere problemas”, afirma el periodista.

Lluís Miquel Hurtado. Foto tomada de Rsf-es.org.

“La pasividad de la Diplomacia española parece ser una constante en las quejas de los periodistas que cubren un país tan peligroso para la libertad de información”, recuerda Malén Aznárez, presidenta de  Reporteros Sin Fronteras - España. En este sentido, señala que la mayoría de los periodistas que cubren la actualidad turca o en zonas de conflicto son “freelance” a los que “se impone un doble abandono y desamparo: el de las autoridades españoles y el de unos medios que solo están obligados por el compromiso ético que decidan adquirir”. De este modo, Aznárez considera urgente que el Ministerio de Asuntos Exteriores se implique de forma activa en la defensa y protección de estos profesionales.

Según constata Reporteros Sin Fronteras en su reciente informe sobre Turquía, la ya dramática situación de la libertad de prensa en el país se ha agravado, tras el fallido golpe de Estado y la imposición del estado de emergencia. Los decretos aprobados por Erdogan posteriores a la intentona golpista han supuesto, desde el 15 de julio, que 200 periodistas hayan sido detenidos, de los cuales 101 permanecen en prisión. Además, han desaparecido 102 medios de comunicación - por cierre o expropiación-, entre los que figuran 45 diarios, 16 cadenas de televisión, 16 cadenas de radio, 23 emisoras, 15 revistas, 29 editoriales y tres agencias de prensa.

Las consecuencias también se trasladan a las calles del país. Lluís Miquel Hurtado denuncia el miedo a expresarse de la población turca: “Yo trabajo con una cámara y la gente tiene auténtico pánico a ser grabada. Y no es para menos, porque la policía utiliza a agentes de paisano que se hacen pasar por periodistas. A mí me han apedreado y cacheado manifestantes, porque creían que era un policía infiltrado”, asegura el reportero. Asimismo, señala que cubrir el conflicto kurdo es “prácticamente imposible” en la actualidad por los impedimentos que ponen las autoridades para el ejercicio del periodismo. Esto está provocando, denuncia, que dicha región se esté “quedando fuera del foco y transformándose en un agujero informativo, como Siria”.

Leer aquí el informe completo de RSF

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