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José Luis Restán: 'La reacción de la SER está entre lo cómico y lo grotesco'

18/10/2010

17:47

Escrito por: Sergio J. Valera

A la COPE, el año pasado, “le rodeaba un pesimismo brutal, con un riesgo de irrelevancia creciente”, comenta José Luis Restán, director editorial de la cadena. Por un lado, la plantilla se vio afectada por un expediente de regulación y un recorte salarial. Por otro, las cifras de audiencia y de ingresos publicitarios decrecían progresivamente. “La marca COPE estaba siendo devorada por la marca Jiménez Losantos”, consideraron los responsables de la cadena. Tras los fichajes de Ernesto Sáenz de Buruaga y de Paco González y varios profesionales del equipo de Deportes de la SER, “el mercado publicitario ya está detectando el éxito de la fórmula de la COPE”.

José Luis Restán (Madrid, 1958) comenzó a trabajar en la COPE hace 20 años. En esta cadena ha presentado diferentes programas, entre ellos “El Espejo” y “La Linterna de la Iglesia”, espacio nocturno que sigue dirigiendo. De 2000 a 2006, fue director de Programas Socio-Religiosos. Restán estudió Periodismo en la Universidad de Navarra. Anteriormente, ejerció como ingeniero de caminos, profesión que abandonó pronto para dirigir la edición española de la revista italiana “30 Giorni”. Como actual director editorial y adjunto al presidente de la COPE, sus objetivos próximos son recuperar las anteriores cifras de audiencia de unos dos millones de oyentes y ascender del cuarto hasta el segundo lugar de las radios de cobertura nacional, un puesto que ocupó la COPE durante muchos años.

- Según reflejó la segunda oleada del EGM, la COPE (1.492.000 oyentes) ocupa la cuarta plaza en el ranking, detrás de la SER (4.688.000), Onda Cero (2.310.000) y Radio Nacional de España (1.524.000). La marcha de Federico Jiménez Losantos supuso una pérdida de oyentes. ¿A qué se debió esta salida?
- Se debió a una conciencia, que fue cuajando entre los responsables de la casa, de que el modelo que representaba el programa de Jiménez Losantos estaba agotándose. Había una caída de audiencia, suave pero mantenida a lo largo del tiempo. Había percepciones de la sensibilidad social. Y también se cuestionaba si ese modelo respondía al ideario de la COPE o si, poco a poco, la marca COPE estaba siendo devorada por la marca Jiménez Losantos, que es una marca absolutamente legítima. Ese conjunto de reflexiones realizadas a lo largo de dos o tres años, unido a que concluía su contrato, fueron los indicios que aconsejaban tomar un rumbo nuevo.

- ¿Se llevó también consigo la publicidad de su espacio?
- La caída publicitaria que hemos experimentado no responde tanto a que Federico se ha llevado anunciantes, sino a la crisis económica. De hecho, esa caída de la publicidad ya se estaba produciendo con dureza en el último año de Jiménez Losantos, con pérdidas muy relevantes.

- ¿La forma de presentar de Jiménez Losantos encajaba con la doctrina social de la Iglesia?
- La defensa de las víctimas del terrorismo, la denuncia de un cierto sectarismo político en la etapa del Gobierno de Zapatero, la defensa de la unidad de España y la defensa de la familia son batallas importantes para nuestro ideario que, a su manera, Federico encarnó. Repito, a su manera. Siempre le estaremos agradecidos por eso. Pero él tiene una idiosincrasia y una cultura que no son exactamente las del humanismo cristiano que representa la COPE, aunque nos convenía a ambas partes caminar juntos. Esto no es una foto fija, y llegó el momento de preguntarse si nos interesaba como empresa de comunicación seguir por este camino o lo que perdíamos era más que lo que ganábamos. Esa es la decisión que había que tomar, y se tomó.

- Con el fichaje de Ernesto Sáenz de Buruaga, ¿pretenden cambiar el tono editorial de la emisora?
- Sáenz de Buruaga viene a ratificar una opción que se tomó al apostar por Nacho Villa [Villa sucedió a Jiménez Losantos y precedió a Sáenz de Buruaga]. “La Mañana” de Federico era un programa muy “opinativo” y combativo en lo ideológico, pero poco informativo. Queríamos recuperar un espacio con más información, algo que se consiguió con Nacho Villa, con voces más plurales. Pero su fórmula no funcionó desde el punto de vista de la audiencia. La opción de Sáenz de Buruaga salvaguarda ese cambio, pero con un comunicador que, por su trayectoria, perfil y prestigio, puede encontrar una fórmula de éxito.

- Supongo que uno de los objetivos próximos es recuperar puestos en el escalafón.
- Sin duda. Esa es la vocación y la historia de la COPE. La razón de ser de la cadena no es ser segunda o ser tercera. Pero, tal como están las cosas, ser cuarta es mala cosa. Por la tarta publicitaria y por la evolución del mundo de la radio en sí. Para nosotros, es importante ascender. Deseamos volver a la segunda posición, porque, además, la hemos ocupado durante mucho tiempo.

- Tras los fichajes de Paco González y de buena parte del equipo de Deportes de la SER, ¿qué cifra de oyentes esperan alcanzar en diciembre en la tercera oleada del EGM?
Lo que percibimos es que el mercado publicitario ya está detectando el éxito de la fórmula de la COPE y nuestro crecimiento, aunque no existan aún datos del EGM. ¿Cuánto? No lo sé. ¿Vamos a llegar a ser terceros? Yo creo que sí. ¿Vamos a pasar a ser segundos? Difícil a la primera. Sin ser una cifra escrita en ningún sitio, un objetivo que nos gustaría conseguir a lo largo de la temporada es recuperar cifras en torno a los dos millones de oyentes.

- ¿Ya se están viendo refrendadas las contrataciones en Deportes por los ingresos publicitarios?
- Exacto, lo cual nos demuestra que estamos en el buen camino. A la marca COPE, el año pasado, le rodeaba un pesimismo brutal, con un riesgo de irrelevancia creciente. Y ahora lo que observamos es una atención redoblada y una expectación en la calle.

- En una nota editorial, la COPE aseguró que “produce estupor la reacción desaforada de la SER, que parece desconocer las reglas del mercado libre”. ¿Qué opina usted de las acciones legales emprendidas por la cadena del grupo Prisa contra algunos de sus ex profesionales?
- Lo de la SER ha sido una rabieta, que, en cierto modo, se puede entender, pero que en un medio del peso, el prestigio y la trayectoria de esta cadena revela más debilidad que fuerza. Paco González ya estaba fuera de la SER, y por problemas que no tienen nada que ver con la COPE. Estaba en el mercado. Respecto a las salidas posteriores de profesionales de la SER que, por amistad, compañerismo y equipo de trabajo, se fían más de Paco González y quieren venir a la COPE, nosotros lo único que hacemos es actuar dentro de un mercado libre. Y continúa la rabieta con esas acciones legales, que van a tener muy difícil salida.

- En el comunicado inicial de la SER, se hablaba de “despilfarros económicos”, de los que “los obispos tendrán que dar cuenta a los ciudadanos y fieles, ya que la institución recibe una cuantiosa subvención de los impuestos de los contribuyentes”.
- La reacción de la SER está entre lo cómico y lo grotesco. Lo del dinero de la Iglesia quizá pueda ser un mensaje que cale en un cierto sector de audiencia muy cautiva de la SER. Pero en el conjunto de la sociedad no cala. Primero, porque la COPE jamás se ha financiado con el dinero de la Iglesia. Todos los días, salimos al mercado y tenemos que soportar sus durezas. Cuando tenemos problemas económicos, no acudimos a la Conferencia Episcopal, sino a los bancos. Nosotros somos una empresa, no somos la Iglesia.

- Por un lado, grandes contrataciones. Por otro, los trabajadores de la COPE han tenido que elegir entre inscribirse a un expediente de regulación temporal de empleo (ERTE) (62 días en paro) o aceptar una reducción del 15% del sueldo. ¿Cómo se ha vivido este proceso desde dentro?
- La situación actual de crisis económica unida a la crisis de programación y de audiencias daba como resultado un escenario en el que la COPE tenía que ajustar sus gastos. Y se ajustaron en todos los campos. Ha sido un proceso largo de diálogo y de negociación.

- Además de un plan de bajas incentivadas, también se acometió otro plan de prejubilaciones voluntarias para los empleados de la cadena que cumpliesen 56 ó 57 años en 2010. ¿No parece ésta una edad más que propicia para desempeñar la labor periodística?
- Evidentemente que sí, pero esa era una opción voluntaria. Habría que preguntarle esto a cada uno de los que se ha apuntado a ese plan.

- Antes de adoptar estas medidas, se publicó que la COPE amenazó con la eliminación de 200 empleos durante las negociaciones con los trabajadores. ¿Es esto cierto?
- No, jamás. La primera oferta de negociación era una rebaja salarial, sin despedir a nadie, proporcional a los emolumentos de cada uno. No se hablaba todavía de expediente de regulación, sino de un ajuste salarial pactado. Esto fue rechazado por el comité de empresa, y se pasó al siguiente escenario de negociación: un ERET, que nos permitió aunar los objetivos de ajuste de costes y preservar los puestos de trabajo.

- Parece que la crisis ha afectado menos a la radio que a diarios y a revistas.
- Quizá afectó menos porque los salarios están más ajustados, quizá también porque la estructura de la radio es más flexible y se ha ido reajustando sobre la marcha. La COPE tuvo que aumentar mucho su productividad en los últimos años porque tenemos un déficit de frecuencias impresionante, especialmente de frecuencias moduladas. Por ejemplo, en comparación con la SER, ese déficit es brutal, con una densidad de postes de repetición muy inferior. ¡Hay comunidades autónomas que no nos dan ni agua! En este tema, hay un factor muy importante: la politización de las concesiones de licencias de emisión. Me parece grave tener que depender de la benevolencia con que te miren las administraciones.

- ¿Hasta qué punto marca la Iglesia la línea editorial de la COPE?
La marca totalmente, en cuanto a concepción del mundo y de la vida. Eso no significa que haya un órgano eclesial que diga cada día qué hay que hacer. La COPE tiene una autonomía total en lo referente a la gestión y a los contenidos. Es evidente que si la Conferencia Episcopal, como máxima accionista, no se viera bien reflejada en la emisora, alguna medida tomaría. No obstante, los profesionales de la COPE trabajamos con un margen total de confianza.

- ¿Se sienten ustedes más cuestionados que otros medios cuyos editores tampoco tienen que ver con el periodismo, como constructores, banqueros, etcétera?
- Sin duda. Es nuestra gloria y nuestra miseria. Por un lado, nuestro socio mayoritario es muy particular, nos marca en todos los sentidos. Y por otro, también es un talón de Aquiles si alguien nos quiere ofender: para atacar a la COPE, atacamos a la Iglesia, que es muy fácil. Esto, por cierto, es una tentación que puede tener ahora algún medio de la competencia que está enfadado con nosotros.

- ¿Existen otros casos en Europa en que la Iglesia sea la máxima accionista de un medio importante?
- Sí. No son muchos. Pero, por ejemplo, Radio Renascença, que es la segunda emisora con más oyentes de Portugal.

- Popular TV, la televisión del Grupo COPE, ha estrenado para esta temporada unos contenidos mucho más generalistas. ¿Por qué se está produciendo este cambio de tendencia respecto a la etapa de María Visión?
- Popular Televisión ha recuperado la senda que seguía anteriormente. Sin negar la aportación de la etapa de María Visión, Popular Televisión tiene que ser una cadena generalista, pero matizada por un componente de información religiosa muy importante. Ahora, con un estilo más adecuado a la realidad de la sociedad española.

- ¿Cuáles son los motivos por los que el Grupo COPE ha vendido la emisora económica Gestiona Radio, tan solo un año después de su creación?
- Analizando los riesgos del Grupo COPE y teniendo en consideración que seguimos inmersos en la crisis, era más adecuado el tipo de relación que se ha establecido ahora. Una especie de asociación, de colaboración, con varias sinergias, pero deslindando empresarialmente ambas empresas.


Fotos: Elena Hidalgo / APM

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